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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Comedia. Drama. Romance Tres hermanas de caracteres muy diferentes, hijas de un matrimonio de actores, mantienen entre sí una estrecha relación. La mayor, Hannah, la que tiene un carácter más fuerte, está casada con un rico empresario y su vida parece equilibrada, perfecta. Actriz de éxito, esposa y madre ejemplar, se ha convertido en el centro de gravedad de toda la familia. Holly, la segunda, sensible e inestable, sueña con ser actriz. Lee, la pequeña, es ... [+]
13 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino de esta película, sucedió algo curioso.
Los personajes hablaban y hablaban, pero no era tan importante lo que decían como lo que dejaban transmitir. Los imponentes edificios de Manhattan dejaron de ser un escenario de fondo, y empecé a sentir su atestada melancolía.
De un enredo de faldas que en esencia es nada, otro día cualquiera... salían ideas, reflexiones que lo son todo.

'Hannah y sus Hermanas' tiene esa cualidad: deja pasar las cosas, y poco a poco ellas mismas se revelan dominadas por una actitud.
Desesperadas, como esa atracción irresistible que hace a Elliot anhelar la sonrisa de Lee, pese a estar casado con Hannah.
Patéticas, como la incansable búsqueda de Mickey por algo que le dé un sentido a su rancia carrera televisiva.
O tristemente entrañables, como los intentos de Holly, hermana de Hannah, de salir por fin a un mundo que nunca parece haberla tenido en cuenta.
Tres almas perdidas en la gran ciudad, que salpican sus reflexiones en la consciencia del espectador, y más de una vez se preguntan un "por qué" sin respuesta aparente.

La vida era esto, parece.
Ir de un lado a otro, arrastrando traumas y poemas que nos escribieron otros, tratando de rascar un hueco que nos haga sentir, no ya queridos, sino importantes.
Es una de las razones por las cuales Lee empieza a prestar atención a Elliot, y a contagiarse de ese callado deseo que es un romance secreto: "nunca la lluvia tuvo manos tan pequeñas" deja de ser una simple frase, y se convierte en el mantra de todos aquellos que no sabemos explicar bien cómo no hemos acabado dónde y con quien queremos.
En el caudal de impresiones equivocadas, citas rápidas para comer e inútiles exhibiciones de arte, la pasión de marido y hermana de Hannah parece lo más auténtico que alguna vez ha sucedido en estas calles.

Ellos están en el opuesto extremo existencial de Mickey, paliando su vacío emocional con curiosidad inexplicable, pero para este último no queda ya esa esperanza: cualquier día pueden darte preocupantes resultados médicos que te dejen con un legado de mierda, nunca aprovechado por nadie, y siempre pendiente de justificarse.
Me río con su cruzada espiritual neoyorquina a través de religiones que se revelan solo organizaciones lucrativas, pero en el fondo soy capaz de reconocerme también en su actitud ante la vida, eternamente preocupado porque de repente, una tarde cualquiera, empiezas a pensar que todos los proyectos e ilusiones no merecieron la pena.

He andado esas calles.
He asistido a las cenas, eternas y exasperantes, donde siempre se habla de lo mismo y nunca de eso que nos quema.
También he pasado tiempo buscando aprobación de algo o alguien para decirme que estoy en la ruta buena, aunque al final solo sirva para enfadarme conmigo mismo.
Podría ser todo ello un hipnótico poema, una odisea... pero es lo que nos toca a todos, algo tan común que puede quedarse en la órbita de cuatro hermanas cualquiera.

Así que me quedo con las ironías, con las casualidades divertidas, tal vez incluso con la lección de que pensarlo demasiado o tomar soluciones definitivas no sirve para nada cuando las estaciones avanzan, y las personas con ellas.
El corazón es un musculito muy resistente, sí.

Menos mal que, la primera vez que queremos, odiamos, perdonamos o aceptamos, nadie nos dice cómo se siente.
Charles
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