Es un poco frustrante que se te pongan intensitos cuando no hay medios ni se ha preparado el momento.
Como si fuéramos esa cita que no quiere dejar escapar, Sam Esmail nos tira todo el rato del brazo, nos echa la caña y, estoy seguro de ello, pone el corazón en cada jugada.
Qué lástima que yo no sea Emmy Rossum.

'Comet' tiene un gran problema del que está completamente cercada: "solo" habla de una relación.
Sí, una relación apasionada, turbulenta, irregular y atractivamente "bonita" cinematográficamente pero, hey, es solo una relación.
Y a cada paso que intento dar para que me importe más, para que me resuene... cambiamos de tercio y no logro empatizar con ella, demasiado volátil, ni con él, demasiado anclado en una pose de rarito que Justin Long no encarna aunque se esfuerce.

Me quedo fuera siempre.
Fuera de su supuesta conexión, de sus supuestos problemas y sus diálogos megachachiguays que no están basados en la vida real ni nada que se le parezca.
A mí me ha pasado, que me he equivocado, que alguna vez me ha faltado la palabra correcta.
Pero aquí en ellos no veo ni invulnerabilidad ni inundación de sentimientos: solo precisión en decir la frase adecuada y rigidez en clavarse en una marca para planos bonitos esquinados (frustrante decisión de dirección).

En fin, me puedo equivocar, pero las mejores historias de amor siempre tienen equívocos, renuncias y una agradable dosis de vida real.
Esta, intentando ser perfecta, se queda en un universo paralelo en el que deben de sentir de otra manera.