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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Terror. Comedia. Thriller “¡No quiero morir en Canadá!”, suplica Wallace Bryton, un popular podcaster al que una serie de circunstancias ha llevado hasta la frontera de Canadá, donde vive Howard Howe, que una vez fue salvado por una morsa. Misántropo recalcitrante, Howe tendrá una forma muy poco ortodoxa de sacar a Wallace su lado más “animal”. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2015
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya broma.
O no.
Lo nuevo de Kevin Smith se queda en territorio extraño, horrible para el espectador casual, pero fantástico para el que tiene hambre de curiosidades: la coña-salida-de-madre-sí-pero-no.

Y es que uno no puede evitar ver en esta historia una de terror corporal que daría escalofríos a cualquier ser humano que le tenga apego a su propia "humanidad".
Morsas, solo una palabra. Que chapuza, que gran tontería, y sin embargo, qué gran sentido del verdadero terror.

Como bien dice el iluminado Howard Howe (pues nada de sus actos o dichos puede clasificarle como loco, en verdad, merced de una interpretación sutílisima de Michael Parks) "la morsa no era 'mona'. Era hermosa."
La alucinación de un viejo marino se convierte, inesperadamente, en un relato trágico que reviste casi un halo de poderosa fascinación. No es por ello raro que el 'podcaster' Wallace vea en ello un potencial enorme, dando Kevin Smith con él una hábil patada en el hocico a más de un graciosillo de las redes.

Que puedas no entender algo no te da derecho a reírte de ello, y probablemente esa sea la peor lección que Wallace va a aprender.
Evitando revelar demasiado, y como es una historia que tiene su punto en los giros demenciales, podemos decir que Wallace se ve sometido a un proceso de "reintegración": él, obsesionado con hacer gracia y dar a sus fans lo que quieren, se verá forzado a dar a su siniestro anfitrión lo que quiere, quizás a un precio demasiado alto.

Todo aderezado con una subtrama que se vuelve fantástica cuando cierto personaje entra sin importarle una mierda el divismo actoral. Johnny, se te echa de menos, cabronazo.

Así, entre broma que no es tal, y seriedad que pende de un hilo, Kevin Smith se permite el lujo de jugar con nuestra expectativa en todo momento.
Ya se sabe que se dice de las bromas llevadas al extremo: a lo mejor acaban diciendo algo más valioso que lo llamado "serio".

En este caso, que te tomes las cosas un poco en serio.
Charles
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