Subirana firma su primer largo de ficción con una intrigante historia que recuerda mucho a "El agua" y tiene como referente ese drama de arraigo que tanto está triunfando en nuestro cine.

La protagonista desea un imposible, traer de vuelta a su padre. Tras morir en un naufragio, deberá recomponerse para conocerse a sí misma y saber reconducir su deseo: el del perdón.

Habla en galego, como su comunidad y su padre. Su madre, catalán. Es una incomprendida que no da por vencida la búsqueda hasta que descubra algo que ese naufragio esconde. El perdón vendrá acompañado de su adolescencia, de su futuro, de su madre y de un nuevo amigo que le acompañará en la búsqueda. Para ello deberá pagar un peaje, el que siempre impone el mar. Esa mística es la que hace de la película un éxito: un lugar mágico que habitar cuando no nos vale la realidad. Y en esa magia, con una fotografía genial, reside el encanto de Sica, una niña con nombre del Valle encantado.