Con un título así y los primeros diez minutos, esta película inglesa de bajo presupuesto ya me ha ganado la simpatía y el respeto suficientes como para recomendarla sin complejos, no sólo al que guste de mirar atrás, "El pueblo de los malditos" tiene muchísimo más que su innecesario remake. No hace falta color para adivinar en los ojos de esos niños una rareza maligna, con su presencia ofrecen la explicación de su existencia, no es necesario explicitar para qué han venido, las razones de sus movimientos. Seguramente el miedo que dieron en esos años 60 ha caducado, pero no su interés y saber cómo acabará la historia, saber qué sucederá. Así, la intriga gana al terror, el protagonista entrado en años conduce sus intenciones a un final algo atropellado y se cierra un círculo tan correctamente descrito.

Tiene cosas malas, desde luego, se producen algunas situaciones que no serán digeridas bien por el espectador más exigente, el guión no es perfecto y ciertos hechos que suceden son adivinados con antelación sin asomo de alguna duda, en relación a lo sucedido antes de la aparición de los niños, mientras que una vez los niños están aposentados en el pueblo y son evidentes sus intenciones, la condescendencia hacia ellos es excesiva. Sin embargo tiene más cosas buenas que malas. Dura menos de 80 minutos, eso siempre es bueno, las interpretaciones son convincentes, y las cosas como son, ponerle unas pelucas a seis niños y pedirles que no sonrían a la cámara hace más que todas las cifras que se inviertan en efectos especiales.

Por eso y porque no es necesario su remake, recomiendo abiertamente esta película con medio siglo de vida y toda la energía, o más, que fue capaz de desarrollar entonces