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España España · Madrid
Voto de horacio:
2
Drama Reconstrucción de la vida de Nicolás II (1868-1918), el último zar de la dinastía de los Romanov, y de su esposa Alejandra, durante los años de corrupción, opresión y miseria que desembocaron en la Revolución bolchevique de octubre de 1917. (FILMAFFINITY)
14 de julio de 2010
22 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
El esplendor histórico festivo se da de bruces con la realidad objetiva; hasta los liberales anticomunistas de Europa tenían la certeza de que el mundo de los zares debía acabar porque se mantenía en un estado de feroz injusticia; mientras millones de personas vivían bajo mínimos y hambrunas, pestes y desgracias se abatían sobre ellos he aquí a "estos pobres chicos ricos" viviendo como si el mundo tuviera algo que ver con su lujo desmedido; y la verdad es que sí tenía que ver: un régimen esclavista y miserable en todos los aspectos sostenido, como siempre y en cualquier parte, por la Iglesia Cristiana (qué rápido olvidaron las enseñanzas de Jesús todas las Instituciones políticas del cristianismo).

Esta oda al zarismo y feroz ataque a la revolución que cambió al mundo cruel y sabiamente (cruelmente por sus excesos; sabiamente porque modificó la vida económica del mundo entero; a su vera sucumbieron antes otras dictaduras como el fascismo y el nazismo) es una película fría, técnicamente lograda y sólo emocionante en el tramo final; pero indigna ver que busca desesperadamente que nos conmovamos por una gente que fue largamente despiadada con ese pueblo levantado en armas.

Los bolcheviques, estos bárbaros del cine estadounidense, aportaron al mundo la continuación de la Revolución Francesa. Gracias a ellos el capitalismo salvaje frenó su ímpetu, fusionó clases, permitió el crecimiento de los sindicatos, y en muchos países convirtió a los obreros en clasemedieros con acceso a la cultura por primera en la vida. Hasta la caída del zar de todas las Rusias no había ninguna posibilidad de que los extremos se tocaran: el mundo era un vals de oro y purpurina dirigido por gente bienintencionada para devorar el corazón de sus siervos y vivir eternamente "por la gracias de Dios". Suerte tuvo el mundo de que Dios les abandonara, y suerte también tuvo el mundo de que esta basura ideológica en envase de lujo fuera vista y aplaudida por muy poca gente: da una versión falsa, edulcorada y plomiza de una realidad histórica incuestionable.

Esta película es una vergonzante exaltación de una aristocracia que nunca debió haber existido.
Hoy día no hay miedo al terrible ogro comunista, se acabó la guerra fría; retroceso trágico: el capitalismo salvaje vuelve a devorarlo todo, reaparecen los niños de la calle, la explotación de todo tipo, la sociedad del bienestar desaparece, el desprecio al trabajador se impone; es decir, desaparecen los éxitos logrados gracias a que allá lejos un clamor "comunista" les metía miedo.
horacio
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