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Voto de M_Pelegri:
8
Drama. Intriga Lucía pierde su empleo como programadora informática y decide dar un giro en su vida: convertirse en taxista. Al volante de su taxi, recorriendo las calles de Madrid, esperará pacientemente la ocasión de llevar en él a su vecino desaparecido, del que se ha enamorado.
17 de diciembre de 2023
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que se habrá hecho mil veces la pregunta tópica y repetitiva de para qué sirve la ficción y la fantasía expresadas a través de diferentes formas (literatura, cine, cómic o arte en general...). En este sentido, y para responder a la pregunta de por qué me gustaba el cine dije que "así podía vivir vidas paralelas", respuesta que escondía la necesidad sanadora y evasiva de una realidad gris, repetitiva y muchas veces insoportable que la mayoría de mortales tenemos con un "ir tirando" suficientemente expresivo. Lucía es como todos nosotros: lleva una vida monótona, cuida de su padre y charla de vez en cuando con "la amiga de toda la vida". La quiebra de la empresa donde trabaja a causa de un desfalco por parte del propietario la deja en la calle sin indemnización. El bache le sirve para replantear su futuro en el mundo del taxi que tanto había idealizado su madre ya muerta hace mucho tiempo a la vez que conoce a su vecino, se enamoran para desaparecer después misteriosamente. Con su nuevo trabajo comienza un viaje entre la quimera para reencontrarse con su deseado vecino, la oportunidad por la venganza y la construcción de un relato de auténtica "mantis religiosa" mientras la muerte de su padre la deja tambaleándose.

El director Antonio Méndez Esparza con la ayuda inestimable y necesaria de la guionista Clara Roquet —directora de la aclamada "Libertad" (2021)— nos van sumergiendo poco a poco en una abstracción que la propia Lucia construye, elipsis y unas escenas perfectamente construidas —con un juegos de espejos y reflejos ingeniosos y elocuentes— las cuales nos inundan continuamente de una sensación de peligro inminente reforzado con una banda sonora que, salvando las distancias, tiene cierto parecido con el de "Psicosis" (1960). Todo ello nos aboca a un vértigo final donde la realidad y la ficción juegan continuamente con nosotros, aprovechando la experiencia camaleónica de una inspiradísima Melena Alterio y al hilo de un guión ajustadísimo para completar un remate final que nos descoloca .

"Que nadie duerma" acaba convirtiéndose, en mi opinión, en una divertida bofetada a la grisura de la rutina mundana a la vez que nos regala un bello y contundente enaltecimiento del placer de imaginar para superar el dolor de la traición o la pérdida y para echar los fantasmas del vacío existencial
M_Pelegri
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