Recuerdo ser un niño de siete u ocho años que apenas entendía nada sobre cine, ni sobre James Cameron, ni sobre los Oscar. Sin embargo, incluso yo supe de esta película. Todos decían que era impresionante, inconmensurable y muy larga. Recuerdo que pregunté a mi padre por ella, y me habló de la sobrecogedora catástrofe del Titanic... Recuerdo que entonces ví algunas imágenes, y que sentía aquella película, sin haberla visto jamás, como algo superior, y algo poderoso.

Recuerdo su hermoso cartel, con los dos protagonistas abrazados y el casco del Titanic.

Recuerdo que más tarde salió en VHS y que el bombo y platillo pegó otro bote. Recuerdo la preciosa caja transparente con la carátula blanca y las letras en plateado y dorado. Recuerdo haber mirado en la parte trasera de la portada, y quedar algo conmocionado (entre decepcionado o desconcertado por lo desconocido) por la fotografía de los protagonistas en la puesta de Sol. Y me pregunté qué valor tenía entonces el cine como fuerza trascendente entre los seres humanso.

Recuerdo que más tarde deducí que la película tendría un final sorprendente, tal vez catastrófico, similar al de la vida real, y que probablemente sería muy espectacular... pero que también sería desgarradoramente trágico. ¿Podrían salvarse sus protagonistas?

Recuerdo que las respuestas que recibí a aquella pregunta me sobrecogieron, y me llevaron a contemplar "Titanic" de James Cameron como una película única, única a pesar de que ni siquiera la había visto.

Recuerdo que más tarde la dieron en la televisión. Acabábamos de terminar de cenar mi familia y yo, y que mi padre se puso a ver la televisión, y anunció que la echaban, invitándome a ver un rato. Recuerdo que ví muy poco, y que creí que se trataba de una película sobre larguísimos y exóticos viajes, una especie de "La Vuelta al Mundo en Ochenta Días en Barco", imbuído de aventura.

Recuerdo que por fin, tras una larga espera, la compré cuando salió en DVD. Recuerdo haberla metido en el reproductor convenciéndome de que tenía toda la eternidad para verla una única vez sin la menor interrupción. Recuerdo que antes eché una meada y me preparé una buena cena para comer en el sofá. Recuerdo que apagué las luces, me abrigué con mi manta y que todo empezó...

Recuerdo...