Y no me refiero a estos fantásticos personajes de Pixar, sino al equipo humano, con Brad Bird a la cabeza, que les insufla vida y nos trae de nuevo una divertidísima y disfrutable aventura.
Yo diría que, quizás, esta secuela es levemente menos buena que la primera, pero con tan poca diferencia que prácticamente no se nota.
Se centra mucho en Elastigirl, que se va a cumplir una misión mientras deja al marido en casa a cargo de esta familia de locos. No están mal estos alegatos de valores que hay en el cine de animación, en este caso a favor de la igualdad. Es un mensaje descarado, no subliminal, desde luego.
El malo es menos interesante y tiene menos carisma que el “Síndrome” de la primera, pero lo compensan con escenas de acción muy bien diseñadas y un humor muy bien dosificado y efectivo.
Gráficamente, los 14 años de diferencia se notan. Aunque los increíbles no han envejecido ni un día (de hecho, la película sigue exactamente donde terminó la otra), el trabajo informático en escenarios y animación del agua, por ejemplo, es excepcional.
Los momentos más divertidos son los de “Jack Jack”.
Y no falta en la película la participación de otro gran increíble como es Michael Giacchino. Me encanta su manera de componer y en estas películas aporta una música desenfadada que encaja muy bien con las escenas. Nuevamente, tiene piezas influenciadas por el John Barry de las películas más clásicas de James Bond. Me encanta.
Supongo que Pixar seguirá disfrutando del éxito (a pesar de que han tardado mucho en hacer esta segunda parte), y no me importaría que hicieran más entregas mientras lo sigan haciendo así de bien.