Si algo bueno tiene la película es que no se anda con rodeos (al menos al principio). En breves minutos ya tenemos a esta banda de atracadores liándola parda en un banco de Valencia.
Calparsoro va directo al grano y no se preocupa demasiado en desarrollar a los personajes, sino en la trama.
Lamentablemente, la película pronto va perdiendo fuelle, en mi modesta opinión, y no creo que llegue a ser un atraco de los que quedan en la memoria del espectador.
El argumento es un poco repetitivo. Cuando surge la trama de la caja de seguridad, la película se vuelve cíclica, como si al guionista le pasara igual que a los ladrones, que no saben cómo salir airosos de esta situación.
Los diálogos dejan un poco que desear. ¿Cuántas veces dicen “la concha de tu madre”, por ejemplo?
Pero creo que, verdaderamente, lo que le hace bajar enteros a la película es su incapacidad de transmitir emoción. Estos ladrones no dan demasiado miedo, ni se les nota que sean capaces de matar en ningún momento. Ni siquiera en las escenas supuestamente de mayor tensión, he sentido nada, ni frío ni calor. Ni a los policías ni a los rehenes se les ve demasiado nerviosos. Los actores no ofrecen apenas interpretaciones dignas de lo que se supone que están viviendo, con la excepción de José Coronado, tal vez. Ni siquiera Luis Tosar está a la altura de su reputación.
Hemos visto demasiados atracos a bancos en el cine como para que esta película tenga algo novedoso que aportar, salvo todo el lío de la caja, que por otra parte es algo de lo que desvelaron más de la cuenta en la promoción del film, en mi opinión.
Al menos resulta entretenida y es corta. Pero no pasará a la historia del cine de robos.