Esta película es una auténtica gozada para la vista, y de hecho tiene muy poco más donde rascar.
Paul Verhoeven vuelve a la ciencia ficción de calidad con esta modernización del hombre invisible, explotando muchísimo los efectos visuales.
Kevin Bacon se ve muy poco, literalmente. Es un científico un poco obsesionado que prueba sobre sí mismo el suero de la invisibilidad.
Lo más espectacular es la desparición progresiva por capas del organismo: sistema circulatorio, órganos y esqueleto. Luego podemos ver también muy buenos efectos sobre un cuerpo invisible, como fuego, humo, niebla y agua.
Quitando el puro efectismo, el film trata muy bien la típica degeneración moral del científico loco, aprovechando su poder para lo que le da la gana y volviéndose todo un psicópata.
Sé que mi nota puede parecer exagerada, pero la verdad es que me gusta bastante la combinación de efectos especiales y el paso al lado oscuro de este doctor.
Verhoeven saca también su vena erótica que tanto explotó en los años 90, haciendo que este hombre invisible se aproveche de las mujeres como un mirón que no puede ser visto (y más).
Aunque no pase a la historia de la ciencia ficción, creo que es un título bastante digno del género.