Producción modesta, pero que apuesta fuerte por la animación. Tanto, que se atreve a introducir dos técnicas muy diferentes entre sí: animación en 3D y el clásico stop motion en plastilina. Una apuesta arriesgada que el director portugués Nuno Beato, en su primera incursión en el largometraje, logra domeñar con temple y aportando originales ideas animadas a la hora de exponer la historia, que a pesar de ser sencilla se las ingenia para componer un relato bien construido alternando las dos técnicas de animación que emplea. La trama tiene un inicio que puede ser más adulto, pero que según avanza encaja también con el público joven e infantil. El mensaje que quiere mostrar se va desvelando y esta forma de explicarlo hace que los niños puedan entenderlo al final, puesto que no quiere dejar ningún cabo suelto y el desenlace para claro desde que las cartas quedan expuestas.

Una co-producción que nos narra una fábula y que por momentos es tierna e incluso iracunda, con una buena banda sonora (muy gallega en su concepción) y con un mensaje muy decidido que no deja de mostrarse fotograma a fotograma. Una pequeña y humilde joya que merece ser vista por su originalidad (la forma de presentar la trama con la correspondencia es muy buena) que aunque nos cuenta una historia conocida, sabe exponerla en pantalla para entretenernos y hacernos disfrutar con sus variaciones en la animación, destacando en este aspecto sobre todo el conjunto (genial el contraste ciudad-pueblo). A pesar de su modesto traje, Los Demonios de Barro merece un visionado por su originalidad y su mensaje apto para todos los públicos.