Casi todo se ha dicho de esta notable obra, intentaré no ser redicho, difícil tarea la mía.

El film se estructura en tres historias que nos llevan al origen de como los tres personajes convocados por el productor Harry Pebbel conocieron a Jonathan Shields. El requerimiento de Shields para que trabajen de nuevo con él sirve para presentar a la actriz Georgia Lorrison, al director Fred Amiel y al guionista James Lee Bartlow. Los tres narrarán como conocieron a Shields y como terminaron teniendo desavenencias con él.

El guión, de factura impecable, nos presenta la figura del productor de cine Jonathan Shields como un manipulador y tiránico personaje, apreciación con la que no estoy de acuerdo. Shields es esto y mucho más: perfeccionista, trabajador infatigable, meticuloso y crítico con su trabajo, prototipo del productor americano de los años 50. Esto repercute en la obra de Shields y en la de sus colegas de profesión en la creación de films de una calidad impecable, la mejor etapa del cine americano, según mi opinión.

Respecto al guión, estoy de acuerdo a medias, en el enfado y la negativa de los tres protagonistas a trabajar con Shields. Bien es cierto que tienen motivos para odiarle, el que más quizás el director y compinche de correrías Fred Amiel, que es el que sale más mal parado. En los otros dos casos es gracias a Shields que la actriz negada y el lento e inconstante escritor obtienen la gloria y la fama. De esta forma se intenta lavar la cara del tiránico productor según avanza el guión, de forma que al final del film se cuestione el espectador si los tres convocados están en su derecho o son tres ingratos desagradecidos que muerden la mano que les da de comer.

Continúo en spoiler...