Con una concepción artística mezcla de Harry Potter, Crónicas de Narnia, una película de 1974 (La isla del fin del mundo) y documentales de la 2, y un guión errático, inconsistente, cuando no inexistente, demos la bienvenida al habitual timo cinematográfico de las fiestas navideñas. Cine comercial: alta tecnología visual + nulo argumento + éxtasis musical cuando llegan los buenos. Hasta mi sobrino de diez años ha sentenciado: ¡vaya rollo!. No obstante, gran parte del mocerío exclamó "mola mazo", aunque según el informe PISA sobre la educación, si la mayoría de jóvenes no entiende lo que lee, tampoco habrá que extrañarse si sólo consumen cine como las palomitas que devoran: se lo tragan sin enterarse. Y es que la lectura confiere criterio.
Lo único claro es que habrá segunda, tercera, enésima parte. En fin. Siempre nos quedarán "Arsénico por compasión" o "Los santos inocentes". Habría que ir pensando en la manera de resarcir al espectador por daños y perjuicios, o producto defectuoso, o algo por el estilo. Si he pagado 5 euros por la entrada, no me importa que ante un peliculón tipo "La heredera" o "Derzu Uzalá", voluntariamente pague 10 una vez vista. Pero si no me convence en absoluto como esta, y es un delito flagrante, que me devuelvan mi dinero.