Me acerqué a ella hace años, aun siendo un adolescente. La archifamosa “Armas de mujer” había que verla. Era comedia, una gran comedia, decían, así que me lo pasaría bien. Confieso que no me gustó demasiado, supongo que por aquel entonces el término comedia, para mí, estaba ligado a la risa constante. Mi comedia era “Aquí no hay quien viva” y Leslie Nielsen. Y, claro, nada que ver. “Armas de mujer” es comedia porque es ligera, nada más.

Ahora he vuelto a ella y la he amado. Lo que tuvo que ser en su día para las mujeres, para las que trabajaban y también para las que no, un auténtico faro excelentemente narrado, pues te lleva por dónde quiere como el Hudson lleva al agua. De hecho, no tenía intención de volver a verla, pero me crucé con ella por televisión después de comer en una tarde que tenía cosas que hacer, pero allí me quedé, embobado frente al televisor, tal es el talento de Mike Nichols.

La banda sonora es asombrosa, prácticamente un milagro, como todas y cada una de las localizaciones (el barco, la oficina, el piso de la jefa) y de los estilismos (brillante el cambio de deportivas por zapatos de tacón al llegar a la oficina). Veo a mis padres en esas pintas. Respecto a Melanie Griffith, no logro entender quién dio el visto bueno a esta chica. No lo hace mal, al fin y al cabo, es difícil hacer mal un personaje tan normal, en el mejor sentido de la palabra, pero ella no daba el perfil. Incluso está realmente fea y ese rubio polución es para tirarla por la ventana. Sólo empatizas con ella porque el personaje es buenísimo.

En el otro extremo, una pletórica Sigourney Weaver con otro personaje asombroso, pues al principio parece majísima. Yo mismo pensé: “¿Y esta es la mala? Si es una jefa cojonuda”. Ay, amigos, la frasecita “un camino de doble dirección” es una de las mayores trampas que ha dado el cine. Harrison Ford pues... Haciendo de Harrison Ford. A mi no me va, francamente. Mucho mejor están Olympia Dukakis y Oliver Platt, aún saliendo treinta segundos. Ahí se nota el poderío de Nichols, con el que todos querían trabajar. La propia Sigourney confesó, a raíz del éxito de los "Aliens", que ella realmente se hizo actriz para poder trabajar con él. No me extraña.

Resumiendo, lo mejor de “Armas de mujer” es que conectas con ella al minuto uno y no dejas de hacerlo en ningún momento, es una obra maravillosa en todo su conjunto que acaba de la mejor manera posible*(1).