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Voto de Miquel:
8
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Drama
Randy "The Ram" Robinson (Mickey Rourke) es un luchador profesional de wrestling que, tras haber sido una estrella en la década de los ochenta, trata de continuar su carrera en el circuito independiente, combatiendo en cuadriláteros de tercera categoría. Cuando se da cuenta de que los brutales golpes que ha recibido a lo largo de su carrera le empiezan a pasar factura, decide poner un poco de orden en su vida: intenta acercarse a ... [+]
13 de marzo de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje del realizador neoyorquino Darren Aronofsky (Brooklyn, 1969). El guión, de Robert D. Siegel, trata de reflejar los ambientes y personajes del mundo real de la lucha libre americana. Se rueda en varias localidades de New Jersey, con un presupuesto de 7 M USD. Nominado a dos Oscar (actor principal y actriz de reparto), gana el León de oro de Venecia. Producido por D. Aronosfsky para Protozoa Pictures (EEUU) y Saturn Films (Francia), se proyecta por primera vez en público el 5-IX-2008 (Festival de Venecia).
La acción dramática tiene lugar en el estado de New Jersey en 2008. Randy “The Ram” Robinson (Randy “El carnero” Robinson) (Rourke) es un maduro luchador de lucha libre americana, que tuvo su época dorada en la década de los 80 (1980-89). Unos 20 años después, el tiempo le ha pasado factura por sus excesos (golpes, traumatismos, consumo abusivo de alcohol, consumo de esteroides, anabolizantes, drogas duras, etc.), por la edad (tiene unos 50 años) y por la vida desordenada y egoísta que ha llevado. Se encuentra solo, sin familia y lo que gana a penas le da para vivir. Busca el afecto de Pam Cassidy (Tomei), que trabaja como “stripper” y chica de alterne en una sala de fiestas de barriada. A ella, la edad (casi 40 años) la ha situado también en los límites de salida de su profesión. Él vive en un remolque alquilado y se siente fatigado, enfermo y desamparado. Ella es amable y frágil.
El film suma drama, lucha libre americana (wrestling) y crítica social. Analiza con profundidad psicológica personajes a los que el paso del tiempo, el egoísmo y el avance de la edad, han situado en los márgenes de la vida laboralmente activa o más allá de éstos y los condenan a la precariedad y la amargura. La figura que estudia no coincide con la del estereotipo del perdedor americano. El film habla de personas irreflexivas e irresponsables que han trabajado mucho, han triunfado a su manera y en su momento, pero han vivido siempre al día sin pensar en ellos mismos ni en los demás. No habla de personas condenadas al fracaso permanente por mala suerte, insuficiente capacidad, indolencia o incompetencia.
El film ofrece un espléndido retrato de la dureza e inhumanidad de la vida y de los espacios que deja abiertos a la desesperanza, la miseria y la desesperación. Compone una contundente imagen del dolor humano. Se explica sin artificios y sin efectismos vanos. Cuenta una historia sencilla, de fácil comprensión. No fuerza las situaciones melodramáticas. Habla con naturalidad y verismo de hechos que por ellos mismos son rotundos y sobrecogedores. Construye una historia intimista y personal, acotada y pequeña, conmovedora y profundamente humana. Con sinceridad se asoma a la sima de dolor y desesperanza de unos seres humanos rotos, perdidos, sin salida y sin remedio.
La acción dramática tiene lugar en el estado de New Jersey en 2008. Randy “The Ram” Robinson (Randy “El carnero” Robinson) (Rourke) es un maduro luchador de lucha libre americana, que tuvo su época dorada en la década de los 80 (1980-89). Unos 20 años después, el tiempo le ha pasado factura por sus excesos (golpes, traumatismos, consumo abusivo de alcohol, consumo de esteroides, anabolizantes, drogas duras, etc.), por la edad (tiene unos 50 años) y por la vida desordenada y egoísta que ha llevado. Se encuentra solo, sin familia y lo que gana a penas le da para vivir. Busca el afecto de Pam Cassidy (Tomei), que trabaja como “stripper” y chica de alterne en una sala de fiestas de barriada. A ella, la edad (casi 40 años) la ha situado también en los límites de salida de su profesión. Él vive en un remolque alquilado y se siente fatigado, enfermo y desamparado. Ella es amable y frágil.
El film suma drama, lucha libre americana (wrestling) y crítica social. Analiza con profundidad psicológica personajes a los que el paso del tiempo, el egoísmo y el avance de la edad, han situado en los márgenes de la vida laboralmente activa o más allá de éstos y los condenan a la precariedad y la amargura. La figura que estudia no coincide con la del estereotipo del perdedor americano. El film habla de personas irreflexivas e irresponsables que han trabajado mucho, han triunfado a su manera y en su momento, pero han vivido siempre al día sin pensar en ellos mismos ni en los demás. No habla de personas condenadas al fracaso permanente por mala suerte, insuficiente capacidad, indolencia o incompetencia.
El film ofrece un espléndido retrato de la dureza e inhumanidad de la vida y de los espacios que deja abiertos a la desesperanza, la miseria y la desesperación. Compone una contundente imagen del dolor humano. Se explica sin artificios y sin efectismos vanos. Cuenta una historia sencilla, de fácil comprensión. No fuerza las situaciones melodramáticas. Habla con naturalidad y verismo de hechos que por ellos mismos son rotundos y sobrecogedores. Construye una historia intimista y personal, acotada y pequeña, conmovedora y profundamente humana. Con sinceridad se asoma a la sima de dolor y desesperanza de unos seres humanos rotos, perdidos, sin salida y sin remedio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La melancolía que destila el film se ve acrecentada con la descripción de las características del estrafalario espectáculo que se ofrece en el ring, suma de exageraciones, desmesuras, farsa y brutalidad. Se añaden algunas acotaciones que incrementan la fuerza de la tristeza que se respira, como el uso de una grapadora de metal como arma ofensiva o de una pierna ortopédica cedida a los contendientes por un espectador cojo fuera de si. Las exhibiciones de lucha se hacen en lugares tan poco apropiados como gimnasios de colegios, campos de básquet de Institutos, salas sin asientos de sociedades recreativas, etc. Para corresponder a los deseos del público habitual los combates se plantean como luchas del bien contra el mal, en las que preceptivamente ha de ganar el bien. No faltan algunas escenas que provocan repugnancia (arcadas del enfermo), inquietud o angustia (cortes sangrantes), rechazo (sexo en un lavabo), incredulidad (videojuego de los 80) o patetismo (grupo silencioso de antiguos luchadores con discapacidad adquirida o sobrevenida). No sin ironía por parte del realizador, Cassidy compara la figura de Randy tras un combate con la del protagonista de “La pasión de Cristo” (2004), de Gibson.
La película propone una reflexión sobre el envejecimiento, el paso del tiempo y la pérdida de la juventud. También sobre el egoísmo, la irresponsabilidad, la superficialidad, el hedonismo y las visiones a corto o cortísimo plazo. Añade observaciones sobre la vulnerabilidad del cuerpo humano, la necesidad del afecto y de las relaciones interpersonales, la profundidad potencial del dolor humano, la fuerza destructiva de la soledad y la desesperanza, la naturalidad de la muerte, etc. Son escenas destacables las conversaciones de la hija con el padre, las confidencias mutuas de Randy y Cassidy, la bajada a la charcutería evocando los vítores de los seguidores, el paseo con Stephanie (Wood) junto al mar, la noche de Randy en la calle, el ambiente de compañerismo y camaradería que reina en el mundo de los luchadores seniors y otras.
La banda sonora, de Clint Mansell (“Réquiem por un sueño”, 2000), ofrece una partitura melancólica, lírica y emotiva. Añade una bellísima canción, compuesta para el caso por Bruce Springsteen, amigo personal de Mickey Rourke, titulada “The Wrestler”, que acompaña los créditos finales. Es un tema cantado por el propio autor, que se acompaña a la guitarra. Como música adaptada, añade el tema “Bang Your Head”, de Quiet Riot; un corte de “Sweet Child o’Mine”, de Guns N’Roses; un pasaje de “Jump”, de Madonna y otros. La fotografía, de Maryse Alberti, especialista francesa en documentales y películas singulares, como “Happiness”(Solondoz, 1998), crea ambientes predominantemente oscuros, cerrados y sombríos, que evocan el desamparo del protagonista. Abundan las tomas de seguimiento de los actores cámara en mano. Al efecto se usa una cámara ultraligera de super 16 mm, inquieta, nerviosa y diligente.
La película propone una reflexión sobre el envejecimiento, el paso del tiempo y la pérdida de la juventud. También sobre el egoísmo, la irresponsabilidad, la superficialidad, el hedonismo y las visiones a corto o cortísimo plazo. Añade observaciones sobre la vulnerabilidad del cuerpo humano, la necesidad del afecto y de las relaciones interpersonales, la profundidad potencial del dolor humano, la fuerza destructiva de la soledad y la desesperanza, la naturalidad de la muerte, etc. Son escenas destacables las conversaciones de la hija con el padre, las confidencias mutuas de Randy y Cassidy, la bajada a la charcutería evocando los vítores de los seguidores, el paseo con Stephanie (Wood) junto al mar, la noche de Randy en la calle, el ambiente de compañerismo y camaradería que reina en el mundo de los luchadores seniors y otras.
La banda sonora, de Clint Mansell (“Réquiem por un sueño”, 2000), ofrece una partitura melancólica, lírica y emotiva. Añade una bellísima canción, compuesta para el caso por Bruce Springsteen, amigo personal de Mickey Rourke, titulada “The Wrestler”, que acompaña los créditos finales. Es un tema cantado por el propio autor, que se acompaña a la guitarra. Como música adaptada, añade el tema “Bang Your Head”, de Quiet Riot; un corte de “Sweet Child o’Mine”, de Guns N’Roses; un pasaje de “Jump”, de Madonna y otros. La fotografía, de Maryse Alberti, especialista francesa en documentales y películas singulares, como “Happiness”(Solondoz, 1998), crea ambientes predominantemente oscuros, cerrados y sombríos, que evocan el desamparo del protagonista. Abundan las tomas de seguimiento de los actores cámara en mano. Al efecto se usa una cámara ultraligera de super 16 mm, inquieta, nerviosa y diligente.