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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Western Las tribus indias planean unirse para una guerra total contra los blancos. Brittles, un veterano capitán de caballería, recibe la orden de evitar las concentraciones de indios, al tiempo que debe escoltar a la esposa y a la sobrina de su comandante. Además, ha de impedir que un traficante venda una partida de armas a los indios. Esta triple misión será la última del capitán antes de su jubilación. (FILMAFFINITY)
12 de septiembre de 2005
86 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de la "Trilogía de la Caballería", de Ford. El título original está tomado de la segunda estrofa del himno que acompaña los créditos iniciales. Obtuvo el Oscar a la mejor fotografía en color.

La acción se sitúa en 1876, unos meses después de la derrota de Custer, en territorio castigado por los indios. Narra la historia de los seis últimos días de vida militar del capitán Nathan Brittles (John Wayne), que realiza su último servicio: conducir a Soudros Weels a la esposa y sobrina Olivia (Joanne Dru) del mayor Mac Allshard (George O'Brien). En el viaje será testigo de la muerte del vendedor de rifles a los indios. Además, tratará de alcanzar el tercer objetivo de su misión.

La obra constituye un homenaje a la caballería, a la importancia de su misión en la creación del país, a los enormes sacrificios asumidos por sus hombres. El protagonista encarna las virtudes del cuerpo: lucha sin tregua, planea las acciones con inteligencia, las ejecuta con precisión, vela por la seguridad de los hombres y practica la constancia hasta sumar 40 años de servicio. Pese a su fuerza, es un ser humano que lleva en el alma el desgarrro de la pérdida de su mujer e hijos, cuya sepultura visita con frecuencia. La próxima jubilación será su último calvario: fuera del batallón no tiene nada. La obra combina momentos épicos (salida del batallón del fuerte, dispersión de los indios, galopadas de Ben Johnson), humorísticos (roces de Flint y Pennell, lo que dice y hace el sargento Quincannon, borrachín y pendenciero) y líricos (visitas del capitán al camposanto). El homenaje a la caballería incluye una apuesta clara por la paz. "Somos viejos para hacer la guerra, pero podemos impedirla", dice Brittles a Caballo Loco.

La fotografía, en la que Ford puso especial interés, aporta una narración visual deliciosa, ambientada en "Monument Walley". Ofrece unos celajes magníficos, escenas de acción muy bien construídas y un dibujo bellísimo. Cada fotograma parece un cuadro extraído del museo de Frederic Remington, afamado pintor americano del XIX, inspirador de la estética del film. La dirección de la fotografía corrió a cargo de Winton Hoch ("Centauros del desierto"). La música exalta la acción con solemnidad, aporta himnos militares interpretados a coro, melodías suaves (soledad) y festivas (bailes). El guión se basa en el relato "War Party" de James Warner Bellah. La soberbia interpretación de John Wayne, envejecido y encanecido por exigencias del personaje, es una de las mejores de su filmografía. La dirección demuestra sabiduría en el movimiento de actores y en la fluidez de una narración que traspira humanismo.

La película es un antológico western clásico: el que mejor aprovecha las imágenes de las resevas de Utah.
Miquel
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