Quien no esté interesado en la historia de la Argentina probablemente se aburrirá con este filme. Quien lo esté, debe saber que se trata de una ficción y, por lo tanto, deberá soslayar las situaciones y los personajes que en distintos momentos se alejan mucho de la veracidad de los hechos históricos en los que se basa con el objetivo de darle paso a la imaginación literaria.
Ubicándome en el segundo sector del público mencionado, debo decir que las escenas más apegadas a los hechos reales me parecieron un tanto desangeladas y abundantes en estereotipos obvios, aunque se destaca una gran excepción: el caso de Perón, quien no muestra una sonrisa en toda la serie, en oposición, justamente, a su estereotipo de político con simpatía ─real o fingida─ permanente. Aunque tal vez no lo hiciera porque se lo impedía la peluca rígida y renegrida que le encascaron, más apropiada para el Bela Lugosi de Drácula que para quien fuera el marido de Eva. No descarto que le quedara demasiado ajustada.
En cuanto a la serie en general, incluyendo la ficción, tiene su originalidad y momentos atractivos. No aburre, puede verse como un entretenimiento, pero no se destaca demasiado.
Muy buena también la ambientación de época, aunque hay algunas perlitas, por ejemplo: un detalle anacrónico: es posible observar que los personajes, en 1945 y 1947, fuman cigarrillos con filtro, pero este no fue inventado sino en la década siguiente.