Durante más de dos horas unos pocos personajes cuentan lo que sienten. En sus relatos, sus emociones y sentimientos van evolucionando de diversas formas. El resultado es como suena: aburrido. Una buena historia no hace una buena película simplemente por serlo: el cine (movimiento) se construye contando esa historia mediante situaciones, escenificándola, haciendo partícipe al espectador, permitiéndole deducir y sentir en base a lo que ve y oye. No basta con explicarle detalladamente lo que sucede: hay que verlo y sentir lo que se supone que sienten los personajes.
Falta, al parecer, mucho trabajo: desarrollo del guión, fundamentalmente.
Una historia interesante de partida, convertida en un tocho de palabrería.