Resulta complicado, mucho, pararse a analizar una obra como ésta, o defenderla, como en mi caso. Lo tiene bastante más fácil aquel que busque lo contrario, esto es, poner en duda sus virtudes con argumentos tan respetables como pudieran ser los míos, si se me ocurrieran. Que si el ritmo es muy lento y no hay quien lo aguante, que si la trama es morosa y no cuenta nada, que si el guión es muy simplón y no destaca ninguna frase, que si agujeros de lógica y reacciones que no se entienden, que si el final me deja igual que estaba. Vale. Todo ello es cierto, hasta cierto punto. De acuerdo. Excepto por un nimio, minúsculo detalle, que lo relativiza todo: eso el director lo sabe. Y diré más, Jim Jarmusch en este caso lo sabe, y lo que cuenta es lo que es, no más, porque así lo quiso él. Sus razones tendría. Que anduviera escaso de papel no vale.

Obviamente aquí no se trata de meterse en el coco de nadie dispuesto a dilucidar los impulsos nerviosos o conexiones neuronales, fallidas o no, que precedieron a la filmación de la propuesta, no. Aunque por ahí van los tiros y ciertamente se requiere de un pequeño análisis del porqué de que esto sea así o asá, en realidad da exactamente igual. ¿Y por qué? Pues por lo mismo que es difícil defender esta película: lo que narra, lo que sugiere, lo que evoca, lo que transmite es un momento, y como tal pasa, se escurre, huye formando volutas de humo al más mínimo contacto. Es lo que ocurre cuando se rueda sin disfraz, de forma natural y sosegada, buscando atrapar un instante y conservarlo virgen, puro, para quien esté dispuesto a enamorarse.

Es decir, que defender el minimalismo en cintas como ésta es poco menos que una fe, que se tiene o no se tiene, pues su entereza la manejan unos hilos ajenos al raciocinio escrupuloso, o así lo veo yo. Esto no va, por tanto, de sentirse conmovido hasta el dolor infame, por ejemplo, pues el mero acto de sentir, sea en el grado que sea, durante las andanzas de estos tres desheredados significa una victoria. Significa que sus vidas fueron, después de todo, cúmulo de instantes de mayor o menor interés pero nunca desechables. Significa que existieron y quedó constancia... Aunque siempre sea complicado, como saben, atisbar entre la niebla ese algo cuyo nombre no me viene a la cabeza. Acaso no sea nada y no lo tenga. Acaso sea completamente irrelevante.

La música sigue sonando.

"It's a sad and beautiful world"
(se les olvidó añadir confuso, casi borroso)

...tarararararara

Lisergia.