No sé qué es lo que espera ver la gente cuando se trata de una película protagonizada por Kate Hudson y Matthew McCounaghey. Está más que claro que ambos están totalmente encasillados en papeles de poca monta, en las típicas comedias romanticonas para pasar la tarde, así que no nos podemos quejar por no haber visto una obra maestra. El rubio ex novio de Penélope Cruz se siente como pez en el agua haciendo del chico guapo y pillo de la peli y no se le puede negar que lo hace de forma muy correcta. Creo que McCounaghey puede dar mucho más de sí y que su registro abarca más de lo que parece, pero no ha sabido encaminar su carrera en el cine más allá de estas películas fáciles de ver y rápidas de olvidar. Junto a él, otra que baila al mismo son, una rubísima Kate Hudson que a mí por lo menos me está ya empalagando un poco. La chica es mona, tiene su punto cómico a lo Meg Ryan de los noventa y la cámara la mima siempre que puede, pero a mí me está cansando tantas muecas y tantas ñoñerías. Creo que la actriz sí que no da para más. El tercero en discordia, un maestro en el arte de la interpretación, un Donald Sutherland con una presencia innegable en pantalla, que aquí no se esfuerza lo más mínimo, tiene un papel de los más fáciles y, por increíble que parezca, el actor sigue bordándolo. El descubrimiento de la película (siempre lo suele haber) es la actriz Alexis Dziema, con una buena vis cómica, me ha parecido una actriz a tener en cuenta en próximos trabajos. En definitiva, una película de las de ver el domingo por la tarde cuando no se tiene nada más que hacer y sin tener grandes expectativas con ella.