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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
9
Drama A principios del XIX, durante las guerras napoleónicas, un teniente de húsares del ejército francés, el aristócrata Armand D'Hubert (Keith Carradine), recibe la orden de arrestar al teniente Feraud (Harvey Keitel) por haber participado en un duelo. Feraud, encolerizado, desafíará una y otra vez a D'Hubert durante quince años. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2021
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra admirable del maestro Scott que te interesa desde el inicio porque te engancha con un buen cebo, un cebo de calidad para consumidores cinéfilos de historias. Historias de odio y revanchas de tiempos acabados. La película empieza con unos encuadres pictóricos bucólicos, unas tomas hermosas de "pastorcita con gansos" —más de un artista romántico que de un impresionista—, cuando de golpe te mete de una bofetada en la dinámica de los duelos a muerte, retos entre caballeros, con sus padrinos, con armas a elegir y con las debidas formas. Te quedas enganchado sin remisión hasta el final. Si no aceptas batirte te perseguirá el contrincante como si fueras una gallina. No queda otra que seguir.

Harvey Keitel es un pesao, un cansino napoleón que no ceja en su empeño. ¡Qué gran figura la de ese personaje! Y qué odiosa. Es el revolucionario, el fiel seguidor de Napoleón, el dictador que se corona a sí mismo. El otro pobre, el retado mil veces, es el realista, el comedido, el prudente que aguarda su turno. Las guerras napoleónicas hicieron demasiado grande a Francia, pero Napoleón no se libró de pagar su osadía.

Los duelos son emocionantes hasta el punto que los vives. La confianza del uno en salir adelante es el temor que sientes y eso lo consigue el maestro Scott poniendo unos escenarios y un vestuario de lo más real. Cualquier detalle es un punto más a favor de la historia que está contada de la manera más recreativa. La figura cuadrada de Harvey Keitel, con el abrigo y el enorme bicornio es encomiable, destila un aire maligno y no digamos si ya se junta con sus amigos. Hay que recuperar a ese tío, a ese personaje insistente y cuadriculado, y esos sombreros también.

Se supone que Joseph Conrad entraría de lleno en los profundos pensamientos de los dos militares, revelaría la tirantez hasta de cada pelo de sus bigotes, cada duda, escudriñaría el sentimiento del odio por parte de uno y de resignación por parte del otro, es fácil suponerlo, y sin más, todo esa palabrería tan común en el escritor, densa como una papilla, aquí no es necesaria porque está perfectamente expresada en imágenes.

La paciencia, la sorpresa, la resignación... están en el caminar del personaje del caballero Armand D´Hubert (Keith Carradine), y sientes lo mismo que él ante la fijación por conseguir algo que se le resiste al caballero Gabriel Feraud (Harvey Keitel), el consumir el reto en el que parece que le va la vida en ello alimentado con una furia y un odio incombustible. El desafío es la misión de su vida.

Los paisajes, el vestuario, la variedad del relato y el avance del tiempo están plenamente conseguidos. Las poses de los contrincantes en el primer duelo a florete son de una plasticidad maravillosa, atrayente. ¡Cómo refleja la confianza de uno y el temor del otro! La mano tonta equilibra el lance, el toque. Es una película indispensable en el haber de cualquier aficionado.
floïd blue
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