Podríamos decir tantas cosas buenas de una película como ésta y cómo de aquella que se esmeran tanto en transmitir el valor de la familia, que no nos daría en una crítica para expresarlo. Además, aquí, la forma de tratar tan altos pensamientos como los que ocupan el amor, es que ni San Juan de la Cruz lo explicaría mejor como el dominico Toretto, que nos lo representa en sus diferentes pasajes, ya sea en la Cuba súper feliz como en los desiertos helados soviéticos. Aunque Toretto tenga un hijo de la Pataki habido en momentos de infortunio y con gran sacrificio, bruja de la Pataki que seguro que lo engañó, y luego esté tentado hacia el odio a causa de la otra bruja Charlize, mucho más mala, su amor está por encima de todas esas penalidades mundanas.

Y pensemos en el respeto, pensemos en la frase de Toretto: “no quiero tu coche, quiero tu respeto” una frase que entraña tanta sabiduría y tanta generosidad que parece pronunciada por el mismo Confucio, aunque Confucio en aquellos tiempos no supiera lo que era un coche.

Fast & Furious 8 nos enseña como los compañeros deben entregarse al prójimo ante las dificultades alcanzando la reconciliación entre hermanos y vemos a la Roca, a Statham y a Vin Diesel en armonía orando en el huerto desdeñando viejas rencillas mientras van venciendo peligros y tentaciones. Pobres gitanos, sin culpa alguna cómo se les complica la vida. No se pueden representar mejor los valores que rompen las cadenas que nos pierden, que con Dominic Toretto.

No la pongo un 10 por hacerla más terrenal.