Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
9
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con motivo del reciente fallecimiento del productor Elías Querejeta, y muy cerca del 40 aniversario de “El espíritu de la colmena”, me ha parecido oportuno revisar el film y escribir sobre ambos temas. Querejeta era un hombre amante del deporte (futbolista en su juventud), de la cultura y el cine, pero además era valiente, como productor independiente, en la década de los años 60 y 70, mantuvo una estrecha colaboración como productor de casi todas las películas de Carlos Saura, entre otros, durante unos oscuros años de dictadura en lo que se denominó “cripticismo tardo-franquista” que logró un gran prestigio para el raquítico cine español de la época. Con títulos como “La caza”, “Peppermint Frappé”, “El jardín de las delicias”, “La prima Angélica”, “Cria cuervos”, etc.

En 1973, Querejeta produce para Victor Erice esta fascinante película, que gana el mejor premio del festival de San Sebastián. Considerada la película-bisagra por excelencia del cine español, aquélla que supondría la culminación del “cripticismo tardo-franquista” a la vez que un muestrario completo de las obsesiones más frecuentadas luego por los films de la transición política a la democracia. “El espíritu de la colmena” aparentemente es una sobria, silenciosa y esquiva reconstrucción de la post-guerra civil española, constituye también, sin embargo, y simultáneamente, no sólo una devastadora parábola sobre la sociedad de la época en que se fabricó (algo muy del gusto del productor Querejeta, por otra parte: véanse sus trabajos antes mencionados junto a Carlos Saura), sino también una bellísima fábula de aprendizaje.

La crónica de un despertar a la vida que es también un primer enfrentamiento con la desilusión y el dolor que trae consigo el fin de la infancia. Ambientada en un pequeño pueblo de la meseta castellana durante la década de los 40, la película recoge a una familia rota, hundida en la incomunicación – los padres, F. Fernán Gómez y Teresa Gimpera, y dos niñas, una de ellas interpretada por Anna Torrent, actriz infantil revelación, nunca podré olvidar sus ojos y su mirada – y la sitúa minuciosamente en el oneroso ambiente de la post-guerra: una inmensa colmena, ordenada y silenciosa, sólo perturbada por la aparición de un cine ambulante que proyecta el “Frankenstein” de James Whale – la revelación de lo “diferente” – y la súbita entrada en escena de un maquis en busca de refugio que se convertirá para la pequeña y soñadora Anna en la encarnación real de esa misma disidencia.

Recordar es abrir lápidas en esa gran necrópolis de momentos que es la memoria del ser humano. Pero, recordar es también no darle pie, sino patada al olvido. Y recordar es un verbo que hacemos hoy carne a propósito precisamente, de un espíritu: el de la colmena. La luz amarillenta de la fotografía de Luis Cuadrado, similar al panal de miel, el páramo, la noche, el monstruo y el río.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow