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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Irlanda 1922. Traición entre amigos para un conocido filme de Ford. Rodada en apenas 3 semanas. En el agitado Dublín de los años veinte, Gypo Nolan, un tipo sin oficio ni beneficio, expulsado del Ejército de Liberación Irlandés y con tendencia a empinar el codo, sueña con viajar a Estados Unidos en compañía de su novia, Katie, que se gana la vida como prostituta. Animado por la recompensa que ofrecen las autoridades, Gypo delata el ... [+]
31 de diciembre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este último día del año, como amante del cine clásico, me parece oportuno recomendar este film y desear un ¡Feliz año! A todos los usuarios de esta web. Película de trama sencilla pero de imágenes poderosas, cine de muchos quilates que aborda el tema del remordimiento y la expiación de la culpa con la redención, centrada en un personaje primitivo de un país católico donde la traición era la única salida a la desesperación y tener principios costaba muy caro, todo ello bajo un clima viciado, sombrío y propiciado por la degeneración moral . Que muestra una realidad social ilustrada con melancólicas canciones populares irlandesas que tanto amaba el director y que nunca renunciaría a sus raíces irlandesas.

Desde el primer fotograma queda clara la intencionalidad de la película: situar unos hechos inspirados en la tradición bíblica de Judas en un determinado momento del conflicto político irlandés. Drama moral en el marco de la opresión y la injusticia, corren los años 20 en una Irlanda sometida a la dominación británica, y Gypo Nolan (un insuperable Victor McLaglen, incluso su acusado histrionismo le va bien al personaje), un bravucón y alcohólico paria irlandés, sueña con viajar al nuevo mundo mientras vaga sin un penique por las brumosas calles de Dublín. Ante un cartel que ofrece 20 libras de recompensa por el activista del IRA Frankie McPhillips (Walace Ford), Gypo es tentado por la oportunidad de salir de la pobreza y conseguir el dinero que necesita para embarcar junto a su amante, la prostituta Katie Madden (Margot Graham) que le reprocha su infidelidad por la penuria económica que ambos atraviesan.

Basada en la novela de Liam O´Flaherty, goza de un excelente guión de Dudley Nichols, algo edulcorado con respecto a la novela original, seguramente para evitar la censura del código Hays que imperaba en Hollywood. Otro aspecto positivo es la fotografía expresionista de Joseph H. August que sabe aprovechar la parquedad de los decorados (rodada totalmente en Estudio) a base de sombras y nieblas artificiales, generando un ambiente opresivo y angustioso, así como la banda sonora de Max Steiner. Un film claramente influenciado por el cine mudo y la estética expresionista de los alemanes Murnau y Lang, que tanto aportaron al lenguaje cinematográfico, pero que Ford potencia inyectándole lirismo, poesía y pasión. Ford era uno de los cineastas que jamás nombró la palabra ARTE para hablar de su trabajo, se lamentaba de no ir al cine porque no se podía fumar. Y es que en un mundo de pedantes y presuntuosos la grandeza de un artista se mide por su humildad, no por su arrogancia.
Antonio Morales
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