Puede suceder que los que amamos el musical y el cine de Tim Burton, no seamos objetivos juzgando el film, quizás resulte de difícil digestión para los no habituales, pero yo defiendo la película porque le veo muchas virtudes, sin desmerecer a los que no están de acuerdo conmigo.

No resulta excesivamente sorprendente que entre todos los musicales, Tim Burton se fijara especialmente en “Sweeney Todd: The Demon Barber of Flet Street”, del legendario compositor Stephen Sondheim, con libreto de Hugh Wheeler. Aunque el singular cineasta, no era demasiado aficionado a los musicales, en cuanto vio los carteles góticos de la obra, decidió verla, quedando fascinado por su estilo deudor de los clásicos de terror y por la historia truculenta que narra. Por lo tanto, nos encontramos en una lúgubre ciudad llamada Londres y una barbería sangrienta, sucia, siniestra, violenta y cruel… Pero a la vez, una película poética y mágica como suele ser habitual en el universo del cineasta.

Sin duda ese “freak” que es Tim Burton necesitaba un baño de sangre fresca para revitalizarse, y que la tragedia musical de Sodheim, inspirada en la obra teatral escrita en 1973 por Christopher Bond, era el vehículo ideal. Para que recuperara su pulso, su estética más personal, su gusto genuino por el “Lado Oscuro” y, no menos importante, para que obligara a un público demasiado habituado ya a sus lugares comunes – visuales y morales –, demasiado complaciente ya con sus personajes monstruosos pero tiernos, sus extravagancias coloristas y su inversión de términos – la monstruosidad como virtud y la normalidad como defecto –, a mirar directamente al abismo y reconocer también al Burton amante del terror de la Hammer, del gore y el humor negro, y por supuesto la novela gótica.

Sweeney Todd y Mrs. Lovett, espléndidos y cadavéricos Johnny Depp y Helena Bonham Carter, son autenticas criaturas del lado siniestro y atormentado del ser humano, odio de venganza sin remisión ni redención… Lo que no quita que no tengan humanidad, motivos para su monstruosidad, sino que, por esta vez al menos, no son excusa complaciente para redimirlos a los ojos horrorizados del espectador. “Sweeney Todd” es un musical de terror isabelino, una historia macabra que se desarrolla en el marco más gótico y folletinesco de la Inglaterra pre-victoriana. Este magnífico escenario, literal y metafórico, permite a Burton recrear el humor negro y la atmósfera del escritor y artista Edward Gorey, a la par que recordamos los sangrientos melodramas del cine gótico inglés.

Los magníficos títulos de crédito evocan el cine de Roger Corman que sirven de ilustración evidente del argumento. La sangre como protagonista del relato que Burton emplea como un pincel, plasmando todo el horror y la poesía de este terrorífico drama. Burton ha reducido los números musicales con respecto al original evitando dar un carácter excesivamente teatral o frívolo, así el film adquiere un tono sombrío y desesperanzado, confirmando que edificar la vida sobre el odio y la venganza no es nada placentero. La dirección artística de Dante Ferretti es asombrosa, igualmente destacable es la fotografía y la música que dan vida a una tenebrosa y fascinante ficción “burtoniana”.