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Voto de Antonio Morales:
6
Drama. Comedia José (Alfredo Landa), un ejecutivo de origen humilde, ha alcanzado el éxito dentro de la empresa de publicidad para la que trabaja gracias a su talento innato para encontrar la frase exacta. Es el paradigma del hombre que se ha hecho a sí mismo y ha convertido en realidad sus sueños: una esposa (María Casanova) y unos hijos a los que quiere, un chalet en la sierra, un coche... Sin embargo, un fin de semana en el que esperaba disfrutar ... [+]
16 de marzo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un chalet en la sierra ha sido y es el sueño anhelado por cualquier “urbanita” de clase media. El contacto con la naturaleza, el paraíso terrenal de la paz, el descanso del guerrero oficinista o ejecutivo que después de una semana laboral de nervios, intensa en conflictos, balances y objetivos, espera y desea como agua de Mayo. Eso es lo que encandila a la familia Rebolledo: Jose, Conchi y su parejita de niños. Un matrimonio convencional del que José Luis Garci se sirve para filmar una comedia sentimental, una tierna sátira que recreaba lo que estaba sucediendo en aquellos años de cierta prosperidad, en el que un creativo publicitario pasa un “weekend” como dicen los pijitos, con la familia en un fin de semana que resulta demencial por las peripecias que se les presenta a sus protagonistas (Alfredo Landa que huye del “landismo” y una siempre discreta María Casanova) donde la tranquilidad y el descanso brillan por su ausencia.

“Las verdes praderas” es una comedia española al hilo de los aires que soplaban desde el otro lado del Atlántico, que tanto ha influido en el cine de Garci y su co-guionista González Sinde. Un retrato social, donde un tono de existencialismo le hace plantearse al publicista una reflexión sobre su vida, un balance crítico sobre sus 42 años de existencia, con sus éxitos y servidumbres, luces y sombras. No falta una mordaz diatriba sobre el arribismo, el peloteo de adulación encarnado por Carlos Larrañaga, repulsivo lameculos al gran jefe que les exige una superación continua. Resulta paradójico cómo todos viven en la misma urbanización donde coinciden en su tiempo de ocio. Por supuesto la visita familiar no puede faltar, unos cuñados odiosos y una suegra (la gran Irene Gutierrez Caba) auténticamente insufrible.

Garci utiliza hábilmente los tópicos para llevar “el agua a su molino”, gracias a la humanidad desbordante de Alfredo Landa que transmite perfectamente ese hastío de un ejecutivo desbordado por las circunstancias. El propio Landa lo proclama: “¿Qués es la vida? Un frenesí, 5 días aquí aguantando y un fin de semana en el campo, arreglando las bicicletas de los niños, la calefacción y jugando un partido de futbol, ah, y hacerle la paella a tu suegra, el Domingo a la tarde 5 horas de caravana para volver a Madrid, con los niños dando guerra”. Y yo añadiría que lo peor está por venir, construir la piscina para que vengan todos tus conocidos a ensuciarla, cuidar el césped y las plantas, y además de todo eso no puedes tocar a la parienta porque tiene el periodo. ¡Genial invento! Es lógico que no nos sorprenda el final, que por supuesto, no voy a desvelar, de esta desencantada comedia. No es de las mejores de Garci pero sus reflexiones no han caducado.
Antonio Morales
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