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Voto de Antonio Morales:
10
Drama. Romance Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película clave en la evolución del lenguaje cinematográfico y canto del cisne del cine mudo. F. W. Murnau ya había rodado en Alemania obras maestras del expresionismo como “Nosferatu”, “Fausto” o “El último”, El productor William Fox le fichó como operación de prestigio, otorgándole una libertad inusual en Hollywood. El estilo innovador de Murnau, junto al talento del guionista Carl Meyer, dan lo mejor de sí mismo en este magistral melodrama en torno al amor conyugal, la fidelidad y la culpa, cuyos personajes no tienen nombre porque su historia es atemporal y eterna, protagonizado con asombrosa modernidad por George O´Brien y Janet Gaynor.

El canto de este hombre y esta mujer puedes escucharlo en cualquier momento y lugar, pertenece a ningún sitio y a todas partes. El sol sale y se esconde sobre la ciudad bulliciosa, bajo el cielo que aboveda los campos; y la vida siempre es la misma, a veces amarga, a veces dulce; llena de lágrimas y risas, de pecados y perdones. Film cargado de simbolismo en el color del vestuario del matrimonio: la esposa de blanco, personificando la pureza y la inocencia; el marido de negro, en consonancia con sus tenebrosos pensamientos.

Basada libremente en una novela breve de Hermann Sudermann “Die Reise Nach Tilsit” (El viaje a Tilsit), claramente entroncada con el romanticismo alemán, está narrada en tres tiempos que, dados su concepción y desarrollo podrían ostentar los siguientes títulos: La tentación, El pecado y El arrepentimiento. Murnau se hallaba en un proceso de perfeccionamiento de la expresión visual que acarreaba la eliminación de los rótulos (en este film son escasos y con muy poco texto, algo insólito en aquella época), su frescura y vigor narrativo (se permite varios preciosos "travelings" descriptivos), aprovechando la profundidad de campo en unos magníficos decorados. Ayudado por un excelente montaje para crear tensión, así como el tratamiento dramático de la luz y las sombras, creando una atmósfera asfixiante y turbadora. El tratamiento expresionista de los rostros describen las emociones mejor que las palabras. El resultado es una de las más bellas historias de amor jamás contada.
Antonio Morales
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