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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Voto de bucefalo:
8
Drama Jin se encuentra atrapado en Columbus, Indiana, donde su padre arquitecto está en coma. Allí conoce a Casey una joven de 19 años, bibliotecaria y muy apasionada a la arquitectura que quiere quedarse en la ciudad con su madre, una adicta que se está recuperando, en lugar de perseguir sus sueños. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crecer suele ser un proceso doloroso. Y vivir aún más porque se trata de una estancia terrenal finita: y todas nuestras metas responden a una dualidad alrededor de la voluntad y el azar. Luego está la andadura en sí, “un camino que se hace al andar” (Machado) lleno de sinuosidades y tropiezos producto de un desencanto vital o lo que algún pensador denominó el “malestar de la cultura” (Freud). A no todos nos va bien en éste viaje. De hecho, pienso que a la mayoría le va bastante mal y nunca obtiene el sosiego deseado, ese estado de gracia que nos permite una existencia en equilibrio: meta de todas las sabidurías escritas y no escritas pero cuya arribo es casi un imposible. Dios, o quién nos programó nos hizo imperfectos y desechables. Un cuerpo y alma propensa al tormento emocional y a la degradación física. “Columbus” del coreano Kogonada, nos ofrece en ésta su primera película, una exploración filosófica sincera, sin poses ni intrincados mensajes al estilo del oscuro Terrence Malick, con una sensibilidad digna acerca de la búsqueda vital alrededor de las creaciones humanas positivas, como es el caso de la arquitectura.

El hombre en su encrucijada trata siempre de salvarse. Y los hombres de talento, inteligencia y riqueza material y espiritual, aún más que la mayoría, porque tienen conciencia del suspiro en que transcurre la existencia: buscan la inmortalidad a través de las obras, pero no de cualquier obra, sino de la belleza. La civilización se define por la ciudad, un hábitat urbano donde hacemos la morada, y ésta debe procurar ser reconfortante. En Columbus, Indiana, en los Estados Unidos, a un millonario se le ocurrió invitar a los mejores arquitectos del mundo para construir edificios relevantes que dejaran una huella profunda e impactante en el lugar. Este hombre entendió, como muy pocos, que sólo la cultura salva al hombre de todas sus miserias y le permite drenar sus amarguras con un optimismo palpable.

En “Columbus”, la película, hay todo un retrato intimista en como la arquitectura ayuda a sanar a las personas con la suficiente sensibilidad y apertura para hacerlo. También hay los usuales conflictos domésticos propios de una mundanidad que afea o contradice esa aspiración muy humana de elevarse a pesar de las anclas. La relación que se establece entre la lugareña interpretada por Haley Lu Richardson y el extranjero al que da vida John Cho es sencillamente conmovedora porque se sostiene desde una fragilidad heroica que no cede a los lugares comunes a que la mayoría de las películas con ésta problemática argumental terminan.

Los creadores de “Columbus” rinden homenaje al arte a través de la arquitectura utilizando una estética visual comprometida en embellecer las imágenes y haciendo de la historia sólo un pretexto para mostrarnos la grandiosidad de un silencio a través de creaciones de piedra y cemento que se elevan hasta el infinito. “Columbus” debería ser vista por todos los estudiantes de arquitectura del mundo.

Angel Rafael Lombardi Boscán
bucefalo
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