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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Voto de bucefalo:
8
Comedia. Romance Lily, una carterista que se hace pasar por condesa, conoce en Venecia al famoso ladrón Gaston Monescu, quien a su vez se hace pasar por barón, y se enamoran. Gaston roba al aristócrata François Fileba y huye con Lily antes de que le descubran. Casi un año después, en París, Gaston roba un bolso con diamantes incrustados a la viuda Mariette Colet, pero se lo devuelve y la cautiva de tal forma que lo contrata como secretario. (FILMAFFINITY) [+]
21 de marzo de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ernst Lubitsch (1892-1947) es la pre-historia en el cine. Para los espectadores en siglo XXI una reminiscencia apenas intuida de un cine fantasmal desconocido y arcaico. Los prejuicios de la modernidad atentan contra el redescubrimientos de los clásicos. Y resulta que los clásicos son el punto de partida de todo lo que creemos una novedad. UN LADRON EN LA ALBOBA (1932) es una comedia inteligente y rutilante. Una sorpresa inesperada porque su propuesta no sólo es sociológica al explorar el tiempo de las entreguerras europea y estadounidense sino porque también es encantadoramente atractiva en términos de entretenimiento mundano. Ernst Lubitsch, el director germano/estadounidense, es junto a Charles Chaplin (1889-1977), el director británico/estadounidense, los dos más grandes artistas del cine mundial en sus albores. En un momento en que las radios monopolizaban el ocio social invadiendo los hogares, el cine arremetió como la ilusión encantada de las sombras en movimiento en salas cerradas con su propio ritual, invitando a las gentes a una experiencia de por sí portentosa. El cine nació como entretenimiento y fueron las comedias románticas el género preferido. Lubitsch, fue su principal y más grande maestro. UN LADRON EN LA ALCOBA convierte a los estafadores en seres románticos y entrañables, que lavan sus pecados desde la elegancia de una cortesía de etiqueta. Aquí no hay explotados ni clase obrera ultrajada, sino el mundo de los ricos y su glamour de teatro. El folletín rosa de las revistas del corazón trasladado a la pantalla con la elegancia de unos actores solventes y en permanente contraste. La rubia Miriam Hopkins (1902-1972) enfrentada a la morena Kay Francis (1905-1968) por el avispado y siempre seguro Herbert Marshall (1890-1966). Un trío que invita a los malos pensamientos pero que la censura de la época y las convenciones sociales del momento impedían por completo. Al contrario, lo que vemos es el crimen solapado por un anti-héroe de cuello blanco (Herbert Marshall) totalmente simpático y que sabemos incapaz de maldad real. Chaplin, un director mucho más atrevido y denso conceptualmente en términos de compromiso social, va a retomar la historia de UN LADRON EN LA ALCOBA y la va a redirigir, ésta vez sí, en términos de maldad absoluta en MONSIEUR VERDOUX (1947). Y es que los genios se copian entre sí, y comparten la grandeza. UN LADRON EN LA ALCOBA, es un viaje en el tiempo a la época en que nuestros abuelos y abuelas, jóvenes e ilusos, se divertían furtivamente en la oscuridad de las salas de cine sin sospechar que la guerra (1939-1945), a la que creían enterrada definitivamente, volvió a reaparecer para acabar con toda la inocencia y la esperanza de una vida feliz.
bucefalo
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