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Voto de Diego Deltell:
6
Drama Después de haber intentado suicidarse, Cahit, un turco-alemán de cuarenta años, alcohólico y toxicómano, ha sido ingresado en la planta de psiquiatría, pero no consigue acostumbrarse a dormir sin drogas ni alcohol. A Sibel, una guapa chica turca de 20 años que ha nacido en Hamburgo, le gusta demasiado la vida para ser una buena musulmana. También ella intentó suicidarse para huir de la cárcel de rejas humanas que su familia, muy ... [+]
4 de junio de 2008
14 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene delito, vamos. La primera media hora es de lo mejorcito que uno puede encontrarse en el saco del cine independiente europeo (que es casi una redundancia). Comedia francesa con una salsita suave de cine británico social. Algo así. Patética y rotunda, como retrato suburbano, y con golpes cómicos muy frescos (el personaje del tío es un hallazgo: fabuloso actor y fabulosos diálogos). Después de esa media hora brillante, un paseíto por el cine que ya hemos visto cuarenta puñeteros pares de veces: los vínculos personales que se fraguan, las dudas, los celos, los reproches, el filo de la navaja... Cotidiano, conocido, pero la peli aguanta el tipo. Aguanta el tipo porque viene precedida de una primera parte cojonuda, y eso da mucho crédito. Pero después de la hora de metraje... Después de la hora nos vamos todos a la mierda. La película y nosotros.

Tiene delito, colega, que al director no le saliera de los cojones escribir la segunda mitad del guión. Se la coló a los de producción con un esbozo de la historia, y después, presionado, escribió algunas líneas más. Pero los putos cincuenta minutos finales los rodaron sin guión. A voleo. Y se nota que te cagas. Hay que ser muy canelo para rodar improvisando. Tenía la idea más o menos dibujada en la cabeza, y se ve que dijo: "Pa qué coño voy a escribir la otra mitad del guión si ya sé lo que quiero. Con lo que me suda el culo en la silla. Que se jodan." Y vaya si se jodieron. Se jodieron los actores, los de producción y mi santa madre, en ese orden.

Qué pena, tío. Qué maravilloso planteamiento y qué maravillosa mierda de desenlace y de conclusión. Porque ya no se trata de que una historia sea o no previsible. Eso importa un pito. Se trata de cómo lo cuentas. Y aquí lo han contado... Pues eso, a voleo.
Diego Deltell
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