Woody Allen vuelve a demostrar que es un genio. Logra llevarte por donde quiere, y tus sentimientos desde que empieza el film hasta que termina son tan diversos que la sensación final cuando todo acaba es, quizá, agridulce. Pero con la certeza de que Allen ha tocado techo (esperemos que no).
Toques de humor negro, aderezados con la tensión del mejor Hitchcock (no exagero), y la impecable actuación de todos los actores y actrices (mención especial para Scarlett y Jonathan Rhys - los papeles protagonistas -), brillantemente mezclados por Woody Allen en un maravilloso cocktail que, a buen seguro, no te dejará indiferente.

Qué pena que sus compatriotas no sepan valorarlo como realmente se merece, hasta el punto que ha tenido que rodar su film en un lugar donde se siente agusto: Londres.

Obra maestra total. De lo mejor que he visto en mucho tiempo. Gracias, Woody.