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Voto de Rex Mager:
7
6.3
15,309
Romance. Comedia
Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, ... [+]
31 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las últimas películas de Woody Allen (sobre todo desde “Vicky Cristina Barcelona”) tienen ciertos aires de decadencia, desgano, falta de ritmo, tal como sucedía con las últimas obras de Hitchcock de mediados de los setentas: trabajos con enmendaciones y parches evidentes, enhebrados con muchos apuros, con dificultades y retrasos en su exposición en salas, con historias hartamente consabidas que se desenvuelven por inercia, con remates que ponen a prueba la paciencia del espectador (viendo el póster sabemos con quien termina el protagonista).
Un crítico severo y riguroso aseveraría, tras ver el film, que lo más recordable de todo el metraje son las deleitosas secuencias de la ciudad que nunca duerme, a modo de visionado nostálgico (¿final?) del escenario que fue protagonista de las recordadas cintas del propio Allen de los setentas. Sin embargo, hay algunos aspectos que subrayar de esta nueva entrega.
¿De la trama? Sólo podemos encontrar una que otra herencia de argumentos que aparecen indistintamente en “To Rome with love”, “Blue Jasmine”, “Magic in the moonlight”, “Irrational man” y sobre todo en “Medianoche en París” (2011). De esta última toma muchos aspectos de la trama, como el clásico triángulo amoroso, el novio sensible resignado ante las maneras de su novia antipática, anhelando en todo momento la llegada de alguien mejor que lo redima; pero en esta ocasión administrado de un modo más terrenal, más contemporáneo y juvenil, acorde con los tiempos digitales y de hipermediatización.
Un crítico severo y riguroso aseveraría, tras ver el film, que lo más recordable de todo el metraje son las deleitosas secuencias de la ciudad que nunca duerme, a modo de visionado nostálgico (¿final?) del escenario que fue protagonista de las recordadas cintas del propio Allen de los setentas. Sin embargo, hay algunos aspectos que subrayar de esta nueva entrega.
¿De la trama? Sólo podemos encontrar una que otra herencia de argumentos que aparecen indistintamente en “To Rome with love”, “Blue Jasmine”, “Magic in the moonlight”, “Irrational man” y sobre todo en “Medianoche en París” (2011). De esta última toma muchos aspectos de la trama, como el clásico triángulo amoroso, el novio sensible resignado ante las maneras de su novia antipática, anhelando en todo momento la llegada de alguien mejor que lo redima; pero en esta ocasión administrado de un modo más terrenal, más contemporáneo y juvenil, acorde con los tiempos digitales y de hipermediatización.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Definitivamente el protagonista principal, Timothée Chalamet (quien apareció fugazmente en “Interestelar” y que encarna al medieval Enrique V de Inglaterra en “El Rey”, por Netflix), no tiene el carisma de Owen Wilson ni tiene las argucias de un guion astuto para poder viajar por el tiempo y darse cuenta de sus propios tropiezos y errores. Empero, se agradecen las referencias literarias (comenzando por su nombre, Gatsby) y su figura de "dandy posmo", sin ocultar que es un sofisticado ludópata y apostador, un neoyorkino urbano hasta el tuétano (“necesito monóxido de carbono para sobrevivir”) que reniega de su familia adinerada, aunque luego se concilia con esta tras la revelación de un gran secreto de su madre.
Elle Fanning rememora a la también rubia Rachel McAdams en París, dentro de un papel que la comprime y la encasilla, pese a gozar de varias secuencias con un veterano Liev Schreiber, en su búsqueda de conocimiento por las calles de Manhattan. Si bien irradia ingenuidad, cierta pretenciosidad provinciana y una falsa intelectualidad, su encanto termina volviéndose una rutina exasperante, sobre todo durante sus “entrevistas”, donde se revela a una Ashleigh incapaz de sostener una conversación culta: la referencia errada de Shakespeare fue el detonante final para que Gatsby decidiera dar un paso al costado.
Quizá la sorpresa de todo el film es la presencia de Selena Gómez, aunque ahora no funge como la imponentemente exótica Marion Cotillard que callejea con Wilson en París, sino como la entrañable Gabrielle que encarnó Léa Seydoux: una especie de salvavidas al personaje principal, que inicialmente aparece de forma intermitente y casi accidental, para luego rescatar del vacío y de la angustia a Chalamet tras su ruptura amorosa, en pleno Central Park. La locuacidad y la ironía de Gómez suele robarse muchas de las secuencias: la del beso inicial en una película neo-noir, su forma cortante y burlona de pedirle a Gatsby que deje de hablar incesantemente de su novia en el taxi y casi toda la visita en el MET.
Las apariciones de Jude Law, Diego Luna y otros actores (encarnando figuras muy pintorescas) también retrotraen mucho a los escritores, músicos y pintores que surgían por borbotones en “Medianoche en París”. ¿Qué nos queda entonces por concluir? A diferencia de Tarantino, Allen no evoca el pasado con la escenografía ni el vestuario, sino con el devenir de sus personajes, la clásica locuacidad de algunos, así como la cómica y exasperante sinrazón de otros (la angustia del hermano de Gatsby, quien no soporta la risa de su prometida). En todo caso, atrás quedó la imborrable sensación que nos dejó “Match Point” (2005), que dicho sea de paso, fue precisamente el punto final a una brillante carrera cinematográfica.
Elle Fanning rememora a la también rubia Rachel McAdams en París, dentro de un papel que la comprime y la encasilla, pese a gozar de varias secuencias con un veterano Liev Schreiber, en su búsqueda de conocimiento por las calles de Manhattan. Si bien irradia ingenuidad, cierta pretenciosidad provinciana y una falsa intelectualidad, su encanto termina volviéndose una rutina exasperante, sobre todo durante sus “entrevistas”, donde se revela a una Ashleigh incapaz de sostener una conversación culta: la referencia errada de Shakespeare fue el detonante final para que Gatsby decidiera dar un paso al costado.
Quizá la sorpresa de todo el film es la presencia de Selena Gómez, aunque ahora no funge como la imponentemente exótica Marion Cotillard que callejea con Wilson en París, sino como la entrañable Gabrielle que encarnó Léa Seydoux: una especie de salvavidas al personaje principal, que inicialmente aparece de forma intermitente y casi accidental, para luego rescatar del vacío y de la angustia a Chalamet tras su ruptura amorosa, en pleno Central Park. La locuacidad y la ironía de Gómez suele robarse muchas de las secuencias: la del beso inicial en una película neo-noir, su forma cortante y burlona de pedirle a Gatsby que deje de hablar incesantemente de su novia en el taxi y casi toda la visita en el MET.
Las apariciones de Jude Law, Diego Luna y otros actores (encarnando figuras muy pintorescas) también retrotraen mucho a los escritores, músicos y pintores que surgían por borbotones en “Medianoche en París”. ¿Qué nos queda entonces por concluir? A diferencia de Tarantino, Allen no evoca el pasado con la escenografía ni el vestuario, sino con el devenir de sus personajes, la clásica locuacidad de algunos, así como la cómica y exasperante sinrazón de otros (la angustia del hermano de Gatsby, quien no soporta la risa de su prometida). En todo caso, atrás quedó la imborrable sensación que nos dejó “Match Point” (2005), que dicho sea de paso, fue precisamente el punto final a una brillante carrera cinematográfica.