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Voto de Vivoleyendo:
9
9 de septiembre de 2010
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, se puede robar alguna lágrima y un suspiro con un corto de apenas ocho minutos.
Wit da de lleno en el centro de la soledad, de la ausencia, del amor cuyo destino es perder a quien se ama más que a nadie, verlo remar hacia el horizonte en una barca tras el último beso, el último abrazo.
Como en “El sur” de Erice, no bastan los lazos del cariño para que la niña pueda retener consigo al hombre de su vida, el que la ha querido como no la querrá ningún otro, y el que la ha herido como no lo hará ningún otro, que se llevará con él, hacia el sol poniente, su infancia. Ella lo esperará en la orilla, persiguiendo ese resto que permanece, el del fantasma de un padre y su hija paseando en bicicleta.
Hay vidas que permanecen ancladas en un momento, en una tarde, que volverán a la orilla, y cada atardecer el pulso latirá un poco más rápido mientras perdura la ilusión de vislumbrar en la lejanía la figura más añorada.
Wit da de lleno en el centro de la soledad, de la ausencia, del amor cuyo destino es perder a quien se ama más que a nadie, verlo remar hacia el horizonte en una barca tras el último beso, el último abrazo.
Como en “El sur” de Erice, no bastan los lazos del cariño para que la niña pueda retener consigo al hombre de su vida, el que la ha querido como no la querrá ningún otro, y el que la ha herido como no lo hará ningún otro, que se llevará con él, hacia el sol poniente, su infancia. Ella lo esperará en la orilla, persiguiendo ese resto que permanece, el del fantasma de un padre y su hija paseando en bicicleta.
Hay vidas que permanecen ancladas en un momento, en una tarde, que volverán a la orilla, y cada atardecer el pulso latirá un poco más rápido mientras perdura la ilusión de vislumbrar en la lejanía la figura más añorada.