¿Cómo se afronta de manera fácil, entendible, desmitificadora y simple el origen de una de las mayores bandas de forajidos la historia americana del oeste y dos de sus fuera de la ley más célebres, los hermanos Frank y Jesse James?.
La respuesta es Nicholas Ray. Exquisto artista director está claro, que se ha querido recuperar su figura en el argumento de que era más autor que artesano, y puede ser en algunas películas, aunque en otras, demos un poco también de mérito , en justicia, a los demás. Aquí uno de mis guionistas preferidos Nunnally Johnson deja también su rastro.
Esto es un clásico muy bien estructurado en flashs backs, que con un metraje corto y exacto funciona como un reloj suizo. No hace falta más. No sobra ninguna escena ni se echa de menos nada.
Lo que comienza de nuevo como una explicación del contexto histórico del final de la Guerra de Secesión. Estamos en Missouri. Los confederados derrotados mantienen una resistencia de guerrillas. Los vecinos rencillosos (representados en Arkew, Chubby Johnson) de otras causas se hacen partícipes de la causa yanqui. Los "soldados azules" ahora campan por el sur con impunidad legal para saquear y arrestar a todos los confederados que se resistan. Entonces, es cuando amenazan a la familia James. Una madre y sus tres honrados hijos.
Robert Wagner cumple sobradamente en el papel protagonista, pero me gusta la sobriedad y honradez que emerge de la claridad de los ojos de Jeffrey Hunter, que no siempre hacía de bueno en los spaghetti aunque llegara a protagonizar al propio Jesucristo con Nicholas Ray.
Meticulosa revisisón de muchísimos temas del western. El origen de la impiedad del hermano menor, Jesse no es más que la venganza. El tema fundamental.
Vamos a ver a un campesino abnegado y enamorado bautizándose en el río con su esposa (Zeredlda es la rubia dulce que interpreta Hope Lange) para seguir una vida cristiana siguiendo la senda baptista. Mientras, acto seguido, (tras una causa supuestamente justificada que no desvelaremos), va a transformarse en un ser cruel que no puede dejar de matar ni seguir la senda del dinero fácil y el saqueo. Históricamente, visto como un héroe de la época, el pistolero ya era protagonista de sus propias idealizadas aventuras outlaw en novelas baratas (que si un patriota del sur, que si un Robin Hood...¿qué hay de cierto?).
No vamos a contar ni cómo empieza ni su desarrollo, ni las aventuras de una banda con la que empatizamos impregnados también de la leyenda Lo de la banda en gabardinas amarillas no es patente del spaghetti. Solo huiremos con ellos y escaparemos muchas veces, asaltaremos los trenes, robaremos en otro estado, dispararemos y no tendremos otro deseo que escapar siempre porque ya tampoco nosotros podremos volver.