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Voto de travis braddock:
7
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La gran estafa americana" es lo nuevo del director David O. Russell, un realizador que dio que hablar en los 90 con películas como "Flirteando con el desastre" y "Tres reyes" y que acabó siendo más conocido por su mal humor en los rodajes y sus peleas con los actores, hundiéndose en películas de difícil digestión como "Extrañas coincidencias". Con "The fighter" recuperó el favor de la industria y ahora es uno de los niños mimados como aseado director de propuestas comerciales con un cierto deje de película personal como fue el caso de "El lado bueno de las cosas", nominada el pasado año a varios Oscar (de forma injusta a mi parecer, porque la película estaba bien, pero no para tanto) y ésta que nos ocupa, un poco aquejada del mismo síndrome.

Cuando uno ve esta película no puede dejar de pensar en la fascinación que Hollywood parece haber depositado en los años 70, una de las grandes épocas gloriosas del cine, donde se consumó lo que se veía venir desde finales de los 60, con una nueva forma de hacer cine y la aparición de una serie de directores y actores que venían a jubilar a los del Hollywood clásico. Muchos de aquellos jovencitos de los 70 hoy son ya los veteranos que van dejando su sitio a otros, en el imparable ciclo de la vida, mientras que sus sucesores se dedican a mirar a las cosas que hacían sus mayores en sus inicios. Muchas son las películas que se han hecho en los últimos años que dicen inspirarse en el cine de los 70, en el que las fronteras entre el Bien y el Mal eran difusas y se hacía un cine que buscara contentar al público al tiempo que intentara hacerle ir más allá de los tópicos y los lugares comunes que se esperan en una película. El año pasado ganó los Oscar "Argo", la película de Ben Affleck ambientada en los 70 y rodada a la manera en que la habría hecho un Sidney Lumet o un Alan J. Pakula en aquellos años. Y este año, una de las favoritas es "La gran estafa americana", que homenajea la estética de aquellos años y que no oculta cierta deuda con el cine de Martin Scorsese, uno de esos directores que revolucionaron el cine por aquel entonces y que en películas como "El lobo de Wall Street" demuestra que se resiste a abandonar, pues sigue superando a muchos alumnos.

David O. Russell vuelve a hacer lo mismo que con "El lado bueno de las cosas" y nos ofrece una película que parece mejor de lo que realmente es en función de darle un poco de chicha a lo que hemos visto tantas veces. En esta ocasión ha juntado a un reparto con actores que ya han trabajado previamente con él (Christian Bale y Amy Adams estuvieron en "The fighter" y Jennifer Lawrence y Bradley Cooper en "El lado bueno de las cosas") y hace una película para su lucimiento, con una trama de grandes estafas que a veces es lo de menos, porque lo que acaba siendo lo más interesante es la química entre los principales personajes, con las corrientes de amor y odio que acaban experimentando los unos por los otros.

Todos ellos rayan a buena altura, aunque la que de verdad destaca es una Amy Adams, que con David O. Russell ha conseguido dos de los mejores papeles de su carrera, el de una mujer con carácter en "The fighter" (lejos del arquetipo de chica buena en el que la habían encasillado) y el de otra mujer no menos fuerte en esta ocasión. Una mujer que siempre luces amplios escotes sin sujetador y que usa ese atractivo para lograr lo que quiere, al tiempo que no se distrae de sus verdaderas preferencias por mucho que se haga la guapa con pocas luces.

"La gran estafa americana" acaba siendo "El golpe" con unas gotas del cine de Scorsese, trufada de canciones y músicas de la época, aunque como todos los pastiches, acaba siendo inferior a sus originales. La propia película parece ser consciente de ello y curiosamente en una escena se habla de cuadros falsos y de su mérito para parecerse a los modelos reales, algo que Russell hace sin pudor y con una efectividad tampoco desdeñable. La película está bien y se deja ver, pero tampoco es nada memorable, con lo que los premios que le puedan dar resultan excesivos. Digamos que ese método del personaje de Bale para disimular su calvicie acaba siendo otra buena metáfora sobre la naturaleza de esta película, creada a base de juntar y maquillar retazos para dar cuerpo a algo que no aguanta un examen exhaustivo.
travis braddock
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