Gwen, Patrick, JD, Brax y Melanie ganan un concurso para visitar la Isla de las Fantasías, donde lo que desees se hace realidad (ok, alguien ha dicho –y tiene razón, pero escríbelo en spoiler la próxima vez- que es igual que en Wishmaster), claro que es igual, y es lo mismo que Aladino y la lámpara mágica, pero es que debe ser parecida a la serie de los años 70, en la que realmente se basa ésta. ¿Quién copia a quién? O ¿es que no hacen nada original? Son dos preguntas que hoy por hoy no tienen sentido para mí y cuyas respuestas suelen ser sencillas y ya os las he explicado más veces…esta idea se basa, probablemente, en alguna novela de vete tú a saber qué año y que escritor y que alguien decidió convertir en guion (porque es lo que suele ocurrir), alguien escribe algo y otro decide grabarlo y raras son las excepciones en las que un director no se basa en nada ni en nadie, así que podéis dejar de llorar con la esperanza de ver cosas completamente originales en el cine (a no ser que alguna persona decida leer historias nuevas, como algunos directores o guionistas que se basan en artículos de prensa para escribir temas más novedosos). Seguimos, sí, todos tienen un deseo oculto y para cumplirlo tiene que ser lo más puro posible y que la persona tenga claro lo que quiere revivir, no vale cambiar en el último momento. Pero los que sabemos de esto tenemos claro que siempre hay un truco (aunque os digo sinceramente que no caí en él hasta que lo tuve encima y es precisamente por eso que me ha gusta la cinta). Los hermanastros quieren una fiestaza épica y mucho lujo, mucho dinero; mientras, Gwen quiere cambiar el momento que perdió con un hombre y que ella cree que le hubiera reportado más felicidad de haber aceptado la proposición que le hizo en su día; Patrick Sullivan dice que quiere ser soldado por un día (ya que su padre se lo prohibió) y Melanie…bueno, ella lo tiene claro…quiere vengarse de la que la maltrató durante años en el instituto, llegando a destrozar su futuro, su autoestima y su forma de ver el mundo. Pero pronto todo se complica; los hermanastros, con su fiestaza y sus lujos, atraen a gente que quiere lo que ellos tienen, y no son simpáticos precisamente; Sullivan se ve envuelto en una especie de trampa en la que está su hermano fallecido (héroe de guerra) y los compañeros de éste (porque la isla sabe cuál es tu deseo más profundo y el de Sullivan es volver a ver a su hermano); Gwen quiere cambiar su fantasía y al final puede, porque lo que más desea en su interior no era el momento primero, sino salvar la vida de su vecino, que murió en un incendio que ella provocó; Melanie, mientras, se arrepiente de hacer sufrir a Sloane e intenta sacarla de la isla; por el camino se encuentran con Damon, un investigador privado que está escondido en la isla, intentando salir desde que averiguó la realidad de Fantasy Island. El guion da un giro (inesperado, al menos para mí) y resulta que la fantasía no es individual y que todos están dentro de una más grande, pero no saben en la de quién. Como en todas estas historias, la moraleja es que si tus sueños se hacen realidad tienes que vivir con las consecuencias; que no puedes volver atrás sin pagar algo a cambio; que la vida es una trampa y no es tan fácil engañar al destino, la suerte o como queramos llamarlo. Ya escribí una crítica sobre Aladdin y sobre Wishmaster, para esos que os encantan los spoiler. Quizá todos los sueños están soñados ya y todos los guiones estén escritos, o igual no. Igual otro día os sorprenden con algo tan nuevo que vuestros sentidos no pueden soportarlo, mientras tanto, hay que disfrutar más (o igual es que yo soy muy benévola).