Woody Allen realiza muchas cosas en una para esta película. En primer lugar se desmarca grabando en blanco y negro, algo que a comienzos de la década de los 80 le podía generar fama de esnob e incluso atávico nostálgico. No obstante, en este caso, teniendo en cuenta el omnipresente homenaje a Fellini, casi es necesario este formato.

Mucho más grave es su argumento, el drama interno de un cineasta de éxito que trata de alejarse de las comedias que le granjearon el apoyo del público, para adoptar un estilo menos popular. Mucha gente, siempre empeñada en ver al Woody Allen de la pantalla como el Allen real, notó aquello como un desprecio, una bofetada en la cara del tipo al que habían aupado.

No obstante, como se ha cansado de declarar en muchas entrevistas, él no es (en todos los sentidos) ese tipo neurótico, ese semita alejado de la Ley Mosaica pero que tiene omnipresente a su religión o ese torpe manazas... Aquí este director cuenta una historia que no debe ser interpretada como autobiográfica, aunque desde luego lanza pensamientos que deben haberle rondado su cabeza.

Tampoco ayudó que en el reparto apareciera Tony Roberts, lo cual no es una crítica a este pícaro y divertido actor, sino que al estar tan ligado a él desde "Play it again, Sam", los detractores se reafirmaron en que el genio de New York estaba hablando de sí mismo, encima colocando como actor principal de Sandy al tipo que salía en las comedias de Allen de sus inicios.

Este resquemor ha provocado que mucha gente no prestase atención a las muchas líneas ocultas de Allen en esta cinta, al hecho de que John Lennon muere esa mismo año por uno de sus más declarados admiradores, en una histeria increíble. La película no retrata a todos los cinéfilos o simpes admiradores de un autor como bestias sin seso capaces de invadir la intimidad de su admirado, en muchas ocasiones tenemos la óptica algo paranoica de Sandy, incapaz de relajarse y disfrutar un poco de sus méritos.

En mi modesta opinión, el único fallo real de "Recuerdos" es precisamente lo mencionado, que tiene exceso de notas a pie de página. La gente tiende más a quedarse con interpretar si es lo que piensa Woody o no a hacer reflexión acerca de esas tortuosas relaciones amorosas que tiene, tan necesarias como desastrosas, son algunas de sus mejores escenas.

Malinterpretada, también porque Woody Allen ha tenido días donde estuvo más fino a la hora de explicarse.