Debería ser un precepto frecuente entre toda persona amante del cine italiano. Sin duda, estamos ante un director capaz de llevarnos siempre por donde a él más conveniente le resulta. Cineasta inteligente, obtiene grandes réditos de su talento natural para moverse entre géneros sin desentonar jamás. "La gran guerra" es una tremenda tragedia con momentos muy cómicos... o una comedia hilarante con escenas escalofriantes.

Para ello se nutre de dos modelos perfectos de la picaresca transalpina: Vittorio Gassman es el exponente del norte, mientras que Alberto Sordi es la metáfora del romano medio de la época. Ambos nos llevan por un relato de supervivencia en la terrible I Guerra Mundial, reflejando las infrahumanas condiciones del ejército de su país con unos oficiales alejados de una soldadesca sacrificada sin piedad en las trincheras.

Toda una estrella como Silvana Mangano brinda un papel de secundaria de luja, resultando especialmente notable su química en pantalla con Gassman. Todos los personajes tienen humanidad y es imposible no cogerles cariño de una forma u otra.

En ese sentido, hay que prestarle especial atención a Tiberio Murgia (siempre brillante a las órdenes de Monicelli) y Folco Lulli, quienes son portentosos cada uno de los segundos que están en escena, hipnotizando al afortunado espectador.

Están ante una joya con un final inolvidable.