Innecesaria secuela de la exitosa primera entrega de American Pie. El éxito en taquilla resultó tan inesperado que la productora habría estado en el limbo de no haberse decidido a continuar la explotación de la gallina de los huevos de oro. Bajo un ambiente festivo, continúa el affaire de los personajes de Jason Biggs y Alyson Hannigan, aunque ahora la franquicia va a moverse a las órdenes del ruidoso Stifler.

Y es que el personaje de Seann William Scott es uno de esos que se aman u odian. Bastante Torrente si el brazo tonto de la ley hubiera sido más joven y pasado por el gimnasio, da algunos de los mejores gags de este relato onanista veraniego, eso sí, también los más vulgares y chabacanos. Cuestión de gustos. Si no les importan las groserías, puede que deban plantearse ingresar en su horda.

El film, nuevamente, bajo la apariencia transgresora tiene más conservadurismo del que uno podría pensar a simple vista. A destacar algún buen momento de dos intérpretes con un gran registro cómico: Eugene Levy y Jennifer Coolidge.

Termina tras arrancar bastantes carcajadas, aunque con la incómoda sensación de que se podría emplear ese tiempo en ver mejores películas.