Curiosa "americanada" que sin embargo tiene la extraña maravilla de que, nombre por nombre, sonaba absolutamente genial. Harrison Ford, en la cúspide de su fama, encarnaba al presidente de los Estados Unidos más íntegro de todos los tiempos, con un glorioso pasado en Vietnam a sus espaldas, faltaría más.

Le acompañaban en el elenco Glenn Close como vicepresidente honesta y sensata, ejerciendo Gary Oldman de villano. Lo de este intérprete merece punto y aparte, camaleón nato, logra resultar verosímil como el líder de estos terroristas pro antigua URSS (ay, el temor a los soviets a las puertas del XXI) y es al talento de Oldman a lo que debemos algunos de los momentos más interesantes del film, cuando intenta justificar su actitud e ideales. Por lo demás, malos malisimos y buenos que da gloria verlos en la Casa Blanca.

Conforme avanza el metraje, nos vamos dando cuenta de que este presidente pueden con lo que le echen y si James Stewart carecía de espada como senador Smith, Ford puede quitarle una automática y metralleta a un especializado terrorista en menos que se recita la segunda enmienda. Wolfgang Petersen definitivamente tuvo días mejores como director y el aire propagandístico no abandona en todo el metraje.

En un rol muy secundario y marginal destacar a William H. Macy, quien tantas alegrías nos dio en "Magnolia" y "Fargo", aquí, el pobre hombre, al igual que Oldman, a cobrar los emolumentos y poner cara de circunstancias intentando salvar un avisón en llamas.

Fuera de mi avión y obra cinematográfica fuera de su tiempo, tal vez en los días de la Guerra Fría... y probablemente ni así. Demasiado panfleto.