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Voto de flecha:
9
2008
Kurt Sutter (Creador), Gwyneth Horder-Payton ...
7.7
25,271
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2008-2014). 7 temporadas. 92 episodios. Serie centrada en un club de moteros (MC) que operan ilegalmente en la ciudad ficticia de Charming (California). La historia se centra en el protagonista, Jackson "Jax" Teller (Charlie Hunnam), un joven miembro de la organización, con rango de vicepresidente, que comienza a cuestionarse sus propios actos y los de su club. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2013
40 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré sincero. Cuando leí por primera vez la sinopsis de "Sons of Anarchy", yo no daba un duro por una serie de moteros criminales. Ya saben: prejuicios e ignorancia. Adquirí, no obstante, la primera temporada por una oferta irrechazable que encontré. Menuda bendición, pensé días más tarde. "Sons of Anarchy" resultaba ser una serie espléndida, sorprendente, intensa, bien hecha y mejor contada. Eso, a primera vista. Sin embargo, al terminar las cinco temporadas, me temo que la mera opinión debe ampliarse hacia el análisis detenido y la reflexión.
La FOX se arriesgaba considerablemente en esta apuesta: construir un drama sobre unos moteros de hoy en día que funcionaban como una auténtica banda mafiosa en California no parecía tener ningún precedente. Empero, bastarían pocos capítulos para comprobar que "Sons of Anarchy" puede fácilmente ser heredera de "Los Soprano", "El Padrino", "Godfellas" y otras grandes historias sobre los gángsters de América. El planteamiento de Kurt Sutter (Dios lo bendiga) pronto me pareció fascinante: el club motero SAMCRO era algo más que unos cuantos nostálgicos amantes de las harleys: la institución funciona como la verdadera rectora de la vida diaria de Charming, la localidad californiana que está bajo la influencia, protección y extorsión de los Sons. Nada sucede en Charming sin su consentimiento; la policía está en nómina; los negocios deben tener el beneplácito; los alcaldes son "amigos"; ninguna banda foránea puede traficar con drogas. La sede del SAMCRO reside en un taller de reparaciones mecánicas, "Teller´s & Morrow". No se echen a reír tan pronto. La tapadera esconde una provechosa fuente de ingresos: el tráfico de armas, compradas al IRA Auténtico y vendidas al resto de organizaciones criminales de la Costa Oeste: mejicanos (Mayans y cárteles como el de Galindo), negros (Niners, Bastards), rusos, italianos, neonazis, etc. Charming mira para otro lado; apenas hay delincuencia. Sus calles están en paz. No saben a qué precio. Los Sons nunca dudan en recurrir a la pólvora cuando se trata de sus negocios y su seguridad. Sus miembros son hombres violentos, crueles, impulsivos, ambiciosos y, en más de una ocasión, despiadados.
Llegados a este punto, es cuando podemos comenzar a entrever la grandeza de esta serie. Porque, tras este desolador panorama, la historia se detiene en describirte el día a día dentro del club. Sus costumbres, sus jerarquías, sus normas, la amistad de hierro que une a sus miembros, sus concepciones sobre el respeto, el honor, la tradición, la lealtad, el valor, la camaradería y la solidaridad. Los Hijos de la Anarquía constituyen una verdadera familia, como aquellos Corleone de New York o aquellos Soprano de New Jersey: el club protege por encima de todo a los que buscan refugio en él. Esposas, hijos, amantes, parientes, amigos: todos tienen cabida en SAMCRO, que velará por sus intereses frente a las amenazas exteriores y frente a los vacíos de un Estado imperfecto que se ramifica en cientos de pequeños Estados por cada una de las ciudades norteamericanas. Porque el crimen organizado no sólo es contrabando, chantaje, clientelas y control político: es también la asociación de una serie de grupos humanos para protegerse ante un Estado que no los respalda en determinados momentos. Mario Puzo y Coppola ya se encargaron de contárnoslo hace cuarenta años.
Kurt Sutter quiso, bajo estos presupuestos, hablarnos de cuestiones universales: de las luces y las sombras de los seres humanos; de cómo sobreponerse a las dificultades y las consecuencias que esto puede tener en la configuración de las mentalidades; de cómo amar por encima de todo, aunque ello te cueste el pellejo; de la redención que todo hombre llega a buscar en una vida llena de errores; de la degradación moral a la que te conducen la venganza y la violencia; de cómo el poder corrompe a quien ostenta un mazo y una silla que preside una mesa; de cómo un país se erige a base de infinitos sucesos anónimos que no pasan a la Historia y que a menudo son infames; de cómo se establecen los lazos de unión entre hombres que comparten determinadas señas de identidad; de la decadencia, en fin, de todos los seres humanos, que ven cómo su tiempo se acaba. Y, dominándolo todo, se cierne constantemente la sombra de los grandes clásicos: Edipo y Hamlet, encarnados en un Jax Teller cuyo padre, que presidía el club, murió en extrañas circunstancias, tras lo cual vino el liderazgo de Clay Morrow y el amor entre éste y la madre de Jax, Gemma. Como ven, el choque está servido.
[sigo en spoiler sin desvelar nada]
La FOX se arriesgaba considerablemente en esta apuesta: construir un drama sobre unos moteros de hoy en día que funcionaban como una auténtica banda mafiosa en California no parecía tener ningún precedente. Empero, bastarían pocos capítulos para comprobar que "Sons of Anarchy" puede fácilmente ser heredera de "Los Soprano", "El Padrino", "Godfellas" y otras grandes historias sobre los gángsters de América. El planteamiento de Kurt Sutter (Dios lo bendiga) pronto me pareció fascinante: el club motero SAMCRO era algo más que unos cuantos nostálgicos amantes de las harleys: la institución funciona como la verdadera rectora de la vida diaria de Charming, la localidad californiana que está bajo la influencia, protección y extorsión de los Sons. Nada sucede en Charming sin su consentimiento; la policía está en nómina; los negocios deben tener el beneplácito; los alcaldes son "amigos"; ninguna banda foránea puede traficar con drogas. La sede del SAMCRO reside en un taller de reparaciones mecánicas, "Teller´s & Morrow". No se echen a reír tan pronto. La tapadera esconde una provechosa fuente de ingresos: el tráfico de armas, compradas al IRA Auténtico y vendidas al resto de organizaciones criminales de la Costa Oeste: mejicanos (Mayans y cárteles como el de Galindo), negros (Niners, Bastards), rusos, italianos, neonazis, etc. Charming mira para otro lado; apenas hay delincuencia. Sus calles están en paz. No saben a qué precio. Los Sons nunca dudan en recurrir a la pólvora cuando se trata de sus negocios y su seguridad. Sus miembros son hombres violentos, crueles, impulsivos, ambiciosos y, en más de una ocasión, despiadados.
Llegados a este punto, es cuando podemos comenzar a entrever la grandeza de esta serie. Porque, tras este desolador panorama, la historia se detiene en describirte el día a día dentro del club. Sus costumbres, sus jerarquías, sus normas, la amistad de hierro que une a sus miembros, sus concepciones sobre el respeto, el honor, la tradición, la lealtad, el valor, la camaradería y la solidaridad. Los Hijos de la Anarquía constituyen una verdadera familia, como aquellos Corleone de New York o aquellos Soprano de New Jersey: el club protege por encima de todo a los que buscan refugio en él. Esposas, hijos, amantes, parientes, amigos: todos tienen cabida en SAMCRO, que velará por sus intereses frente a las amenazas exteriores y frente a los vacíos de un Estado imperfecto que se ramifica en cientos de pequeños Estados por cada una de las ciudades norteamericanas. Porque el crimen organizado no sólo es contrabando, chantaje, clientelas y control político: es también la asociación de una serie de grupos humanos para protegerse ante un Estado que no los respalda en determinados momentos. Mario Puzo y Coppola ya se encargaron de contárnoslo hace cuarenta años.
Kurt Sutter quiso, bajo estos presupuestos, hablarnos de cuestiones universales: de las luces y las sombras de los seres humanos; de cómo sobreponerse a las dificultades y las consecuencias que esto puede tener en la configuración de las mentalidades; de cómo amar por encima de todo, aunque ello te cueste el pellejo; de la redención que todo hombre llega a buscar en una vida llena de errores; de la degradación moral a la que te conducen la venganza y la violencia; de cómo el poder corrompe a quien ostenta un mazo y una silla que preside una mesa; de cómo un país se erige a base de infinitos sucesos anónimos que no pasan a la Historia y que a menudo son infames; de cómo se establecen los lazos de unión entre hombres que comparten determinadas señas de identidad; de la decadencia, en fin, de todos los seres humanos, que ven cómo su tiempo se acaba. Y, dominándolo todo, se cierne constantemente la sombra de los grandes clásicos: Edipo y Hamlet, encarnados en un Jax Teller cuyo padre, que presidía el club, murió en extrañas circunstancias, tras lo cual vino el liderazgo de Clay Morrow y el amor entre éste y la madre de Jax, Gemma. Como ven, el choque está servido.
[sigo en spoiler sin desvelar nada]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Sons of Anarchy" nos ofrece un sólido y altísimo nivel de continuidad durante sus cinco temporadas, con un culmen incuestionable que recae en la tercera. El taller, el hospital (y su capilla), la comisaría, la cárcel de Stockton, los desoladores paisajes urbanos, la poética de la carretera: son lugares comunes donde se gestan los caminos que va tomando la historia. Todas las temporadas contienen innumerables momentos de gran emoción; pasajes llenos de adrenalina entre tiroteos y persecuciones; tramas muy bien trenzadas, en la mejor línea de las grandes series norteamericanas, que nos mantendrán en vilo gracias a finales de episodios muy abiertos; escenas llenas de tensión; diálogos sensacionales que sólo se pueden apreciar en versión original; situaciones plagadas de un humor negro desternillante; secuencias memorables que brillan generalmente por la conjunción entre un perfecto uso de la música (qué inolvidables temas de rock) y un calculado trabajo técnico, donde montaje y movimientos de cámara son manejados con sabiduría para narrar momentos paralelos en muchos finales de capítulo.
“Sons of Anarchy” quiere reflexionar, el última instancia, sobre dos cuestiones capitales excepcionalmente conjugadas en la serie: lo irreversible del destino y la dialéctica entre el bien y el mal. Hace años, unos jóvenes con ansias de libertad se embarcaron en la realización de un viejo sueño: una agrupación al margen del Estado que les respaldase y que conformase sus señas de identidad; una familia que les ofreciera protección mutua dentro de un país que les había enviado a una guerra estúpida y especialmente sangrienta. Pero todo se degrada. Los Sons cada vez más fueron demostrando cómo la corrupción, la ambición, la violencia y el ansia de poder son innatos al ser humano. El viejo sueño de John Teller y sus ocho camaradas fundadores pronto se hizo añicos, y éste terminó siendo destruido por la traición y la codicia.
Ahora, veinte años después, Jax observa cómo los derroteros de sangre, crueldad y peligros no hacen más que acechar a la gran familia que es el SAMCRO. Jax intentará abandonar la ilegalidad, volver a la concordia, que sus hijos no vean en un club de moteros a una banda de criminales y asesinos.
Pero Jax no hará más que repetir los pasos de su padre; verse continuamente arrastrado por la vorágine de acontecimientos, de ira, odio y negocios sucios que Clay Morrow pretende perpetuar. Ahí llegará el estallido, pues el joven Teller pasará por una evolución paulatina que se acentúa definitivamente en la quinta temporada, cuando veremos a un Jax convertido en presidente. Este cargo le hará ver las cosas de otra manera y a modificar su forma de actuar, pues la crueldad y el rencor le llevarán por caminos insospechadamente diabólicos, como se demuestra en su intento de anular a Wendy o en las numerosas venganzas y ejecuciones. Ese reverso oscuro tendrá su contrapunto en un Jax cada vez más líder, sabio y con gran sentido político, capaz de llevar la pesada carga que supone dirigir y proteger al club hasta el punto de mantener el delicado equilibrio entre las potencias que atenazan al SAMCRO: el cártel mexicano, el IRA, las amenazas internas, y el amenazador Pope. Sin embargo, Jax ya habrá visto de primera mano cómo, por mucho que se empeñe, siempre estará atrapado en la propia dinámica autodestructiva de los Hijos de la Anarquía.
Pues, al fin y al cabo, esa es la gran enseñanza de esta serie: el hombre está predestinado a vivir y cometer los mismos errores que condenan a su raza. Tenemos una existencia ligada a sucumbir ante los males que acechan a toda sociedad humana. ¿Es posible escapar de esta condición? ¿Puede un hombre modificar la estructura de una agrupación (su tendencia y su degeneración) cuando es él mismo el que tropieza una y otra vez en los obstáculos que nos convierten en lobos? Ahí puede residir la grave complejidad de "Sons of Anarchy".
“Sons of Anarchy” quiere reflexionar, el última instancia, sobre dos cuestiones capitales excepcionalmente conjugadas en la serie: lo irreversible del destino y la dialéctica entre el bien y el mal. Hace años, unos jóvenes con ansias de libertad se embarcaron en la realización de un viejo sueño: una agrupación al margen del Estado que les respaldase y que conformase sus señas de identidad; una familia que les ofreciera protección mutua dentro de un país que les había enviado a una guerra estúpida y especialmente sangrienta. Pero todo se degrada. Los Sons cada vez más fueron demostrando cómo la corrupción, la ambición, la violencia y el ansia de poder son innatos al ser humano. El viejo sueño de John Teller y sus ocho camaradas fundadores pronto se hizo añicos, y éste terminó siendo destruido por la traición y la codicia.
Ahora, veinte años después, Jax observa cómo los derroteros de sangre, crueldad y peligros no hacen más que acechar a la gran familia que es el SAMCRO. Jax intentará abandonar la ilegalidad, volver a la concordia, que sus hijos no vean en un club de moteros a una banda de criminales y asesinos.
Pero Jax no hará más que repetir los pasos de su padre; verse continuamente arrastrado por la vorágine de acontecimientos, de ira, odio y negocios sucios que Clay Morrow pretende perpetuar. Ahí llegará el estallido, pues el joven Teller pasará por una evolución paulatina que se acentúa definitivamente en la quinta temporada, cuando veremos a un Jax convertido en presidente. Este cargo le hará ver las cosas de otra manera y a modificar su forma de actuar, pues la crueldad y el rencor le llevarán por caminos insospechadamente diabólicos, como se demuestra en su intento de anular a Wendy o en las numerosas venganzas y ejecuciones. Ese reverso oscuro tendrá su contrapunto en un Jax cada vez más líder, sabio y con gran sentido político, capaz de llevar la pesada carga que supone dirigir y proteger al club hasta el punto de mantener el delicado equilibrio entre las potencias que atenazan al SAMCRO: el cártel mexicano, el IRA, las amenazas internas, y el amenazador Pope. Sin embargo, Jax ya habrá visto de primera mano cómo, por mucho que se empeñe, siempre estará atrapado en la propia dinámica autodestructiva de los Hijos de la Anarquía.
Pues, al fin y al cabo, esa es la gran enseñanza de esta serie: el hombre está predestinado a vivir y cometer los mismos errores que condenan a su raza. Tenemos una existencia ligada a sucumbir ante los males que acechan a toda sociedad humana. ¿Es posible escapar de esta condición? ¿Puede un hombre modificar la estructura de una agrupación (su tendencia y su degeneración) cuando es él mismo el que tropieza una y otra vez en los obstáculos que nos convierten en lobos? Ahí puede residir la grave complejidad de "Sons of Anarchy".