Película en la que unos jovencísimos Romy Schneider, Fabio Testi y Jacques Dutronc hacen gala de sus mejores dotes interpretativas poniéndolas al servicio de un guión que mantiene un alto nivel a lo largo de toda la cinta
Es cierto que en determinados momentos su pretendido realismo corre el riesgo de caer en el melodramatismo por la descripción minuciosa de la sordidez del ambiente en que el argumento se desarrolla.
Pero ese inconveniente tiene, en cambio, la ventaja de ofrecer escenas sublimes como el diálogo entre el médico y el fotógrafo tras la muerte del amigo de éste.
Pregunta Fabio Testi:
“- ¿Dijo algo antes de morir?”
El galeno responde:
“ - Recitó unos versos de Rimbaud.”
E, inmediatamente, el propio médico repite de memoria esos versos mientras la puerta de la morgue se cierra.

La acción mantiene siempre un alto ritmo, los parámetros de la fabulación son los adecuados y el espectador nota que la obra no es una más.
Música y fotografía también están a la altura de las circunstancias y, en definitiva, la labor del director denota esa destreza tan estimable en este tipo de películas (y en otras) que tantas veces echamos en falta.