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España España · . ¯\_(ツ)_/¯ .
Voto de Jose_Lopez_5:
3
Ciencia ficción. Fantástico. Comedia. Acción Cuatro años después de evitar un desastre intergaláctico, el agente K ha vuelto a trabajar en el servicio postal mientras que el agente J sigue persiguiendo alienígenas. Pero cuando la integridad de la Tierra vuelve a estar en peligro, J tendrá que convencer a K para que se aliste de nuevo en los Hombres de Negro antes de que sea demasiado tarde. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2024
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"Men in Black" (1997) fue una película fresca que surgió durante la moda extraterrestre de la segunda mitad de los 90. Si Emmerich nos trajo una invasión propia del "Space Invaders", Burton marcianos con mucha guasa, y Verhoeven una crítica mordaz al militarismo, Sonnenfeld enganchó a Will Smith y Lee Jones para hablarnos sobre una de esas leyendas urbanas (estadounidenses, por supuesto), sobre conspiraciones del Gobierno con aliens de por medio. Los allí misteriosos hombres de negro (en España ni puta idea, oye). Lo tenía fácil, la verdad, pues Mulder y Scully le habían preparado el terreno, y Smith corría pletórico por su mansión con los bolsillos llenos de billetes tras "Independence Day" (1996).

"Men In Black" combinaba lo manido de las invasiones extraterrestres con la burocracia gubernamental y su tendencia a oficializarlo todo con formalismos absurdos. De esta manera, los hombres de negro de Sonnenfeld lucían un rictus serio, deambulaban chaqueteados, hablaban como funcionarios de Hacienda, y arrastraban un estilo metódico y unas formas empresariales yanquis de mediados de siglo que, por un lado imponían, y por otro provocaban risa contenida. Todo ello con unas dosis de humor bien medidas que permitiesen deglutir lo que no dejaba de ser terrible.

Porque la realidad es que el trasfondo de los MiB es espeluznante. A saber: la realidad es todo mentira; el Gobierno (yanqui, ejem) es en realidad una entidad fáctica que negocia y cobija a seres de otros mundos; una organización suya operando en la más oscura sombra, los "Men in Black", usa tecnologías avanzadísimas para lidiar con tales cuestiones extraterrestres; y mientras, a los ciudadanos se les borra y reecribe la mente, sin ningún límite ni ética, si por un casual llegan a sospechar algo. Al mismo tiempo, incontables alienígenas inmigrantes de variopintas razas residen ocultos entre nosotros, algunos con peores intenciones que otros. Ello deriva en un esfuerzo continuo por mantener el orden, cuando no evitar la destrucción del planeta.

La premisa anterior era tan absurda y exagerada que no se sostenía, por lo que la historia se escudaba en esa organización secreta, dotada de recursos casi infinitos, un personal ultracualificado, y unos medios fantasiosos, para mantener la gran farsa a escala mundial (es decir, EE.UU). A pesar de todo la mezcla funcionó, en gran medida gracias a que Smith y Jones hicieron buen uso de las reglas de las "buddy movies", haciéndonos olvidar que eran dos fascistas, encantados de su trabajo, que formaban un duo tan emblemático como el paranoico de Mulder y el culito prieto de la Scully. La prueba de los lereles, además, no dejó duda: $90 millones de presupuesto, $589 de taquilla. Ahí, en "to los piños". Por ello, cuando en el 2002 estrenaron la continuación, la reacción más obvia fue de asombro. No porque hicieran una, sino por lo mucho que tardaron.

"Men in Black II", sin embargo, fue distinta. Distinta para mal, porque hizo valer aquella máxima de "Segundas partes nunca...". Los productores, con Sonnenfeld de nuevo al mando, volvieron a repetir ese mal endémico de las continuaciones en el cine, remachando con más fuerza aquello que funcionó en la primera entrega; estrategia perfecta para joder una película o estropear un estofado. Porque las recetas, gente, están para respetarlas. Si te dicen una cucharadita de sal, no eches un puñado.

El resultado fue una nueva entrega que incrementó las dosis de humor sin control, tornó la historia aún más surrealista, y dio un mayor protagonismo a un CGI que aún no estaba pulido. Semejante mamarrachada culinaria no acabó bien, pues casi desde el primer minuto la película parecía empecinada en autodestruirse, parodiando casi todo lo que la caracterizó en la entrega anterior. Esto, claro, provocaba malestar (al menos a mí), pues continuamente sentía vergüenza ajena al ver aquello en lo que habían tornado a los personajes, las situaciones y la ambientación. A ello se sumaba un CGI que, año tras año, se veía cada vez peor (en el 2024 se ve fatal), provocando la ruptura de la suspensión de la incredulidad. Porque la MiB del 97, con sus infinitas chorradas, al menos te enganchaba con su propuesta. Esta otra, sin embargo, cada vez que te tiene cerca te arrea una colleja por ingenuo.

Nada de esto le impidió, sin embargo, hacer sus buenos mortadelos, aunque el ratio de rentabilidad cayó: $140 millones de presupuesto, $445 millones de taquilla. Ya quisieran otros trabajos brillar así aunque, ojito, no fueron las cantidades de la primera. Y eso, claro, tuvo consecuencias, como por ejemplo que tardaron una década en sacar la tercera. No obstante, y hasta donde yo sé, esa nunca fue la razón oficial del retraso.

En resumen, otro caso más de una franquicia que la lía parda en su segunda entrega. Es una maldición de la que pocos trabajos escapan. Me quedo con una escena de la anterior entrega (véase spoiler 1).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jose_Lopez_5
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