Judy (Doris Day) tiene que lidiar todos los días con George (Rock Hudson), su hipocondríaco marido. En una de sus continuas visitas al médico George escucha una conversación telefónica acerca de un paciente al que le quedan semanas de vida pensando que en realidad hablan de él. Dicho desencuentro lleva a George a buscar un buen partido para que cuide de Judy cuando enviude, para ello contará con la estimable ayuda de su amigo Arnold (Tony Randall).

Tercera (y última) película en la que Hudson y Day comparten pantalla y, a diferencia de los anteriores trabajos, en esta dan vida a una pareja, ello hace que se pierde la gracia del cortejo y los desencuentros del que hacen gala en sus otros trabajos. A pesar de ello la química sigue siendo excelente.

Se echa en falta en el guión el tono edulcorado y los clichés de la lucha de sexos presentes en Confidencias a medianoche (Pillow Talk) o Pijama para dos (Lover Come Back) y que tan buenos resultados ofrecieron. Aún así, su tono ligero y cómico (potenciado por personajes como el interpretado por Tony Randall, pero algo descafeinado en el resto de secundarios) resulta igualmente estimulante. El mayor pero es que sea el último de los encuentros con la clásica pareja.