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Voto de VictorRodrigo:
8
Serie de TV. Thriller. Drama. Acción Miniserie de TV (2020). 6 episodios. Seis antidisturbios ejecutan un problemático desahucio en el centro de Madrid, pero el desalojo se complica y sucede una tragedia. Un equipo de Asuntos Internos de la Policía será el encargado de investigar los hechos, ante los cuales los seis policías podrían enfrentarse a una acusación de graves consecuencias. El grupo de agentes busca una salida por su cuenta, complicando aún más la situación. La ... [+]
20 de octubre de 2020
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ficción española estaba saturada de series blancas, permisivas, románticas y heroicas de los cuerpos policiales del estado. Retratos familiares de una institución que posee el monopolio de la fuerza en las calles, junto a otros cuerpos policiales y militares. Con estos precedentes, Antidisturbios de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña ha disfrutado de los aplausos de la crítica española y del público además de la crítica furibunda de los sindicatos policiales por "humanizar de manera injusta" el departamento de la UIP (Unidad de Intervención Policial) a través de las vidas y desgracias de un grupo de antidisturbios de Moratalaz.

La realidad es otra: ni les hace ningún favor a nivel humano ni hace la crítica necesaria a un cuerpo que ha sido protagonista en los últimos cinco años. Evidencia la condición personal de un grupo de personas que hace su trabajo, los agravios a los que se enfrenta -policiales, judiciales, administrativos ...-, pero se posiciona detrás de los escudos, bajo los chalecos antibalas y dentro de las fundas donde se guardan las porras.

El talento audiovisual de Sorogoyen es innegable, con su puesta en escena particular y los tiros de cámara próximos a sus caras, viviendo casi su angustia y notando su aliento fatigado. Las escenas son crudas, realistas. Solamente hay que preguntar a los periodistas que cubren desahucios y todas aquellas plataformas que luchan por la vivienda digna para corroborar la veracidad del relato de Antidisturbios.

El problema no es la vivencia realista. El problema es la intención política, blanca y vacía de contenido. A veces incluso, decantada contra las entidades sociales o los inmigrantes. El obstáculo de Sorogoyen es volver a caer en la trampa de la película El reino. Sí, todo el mundo identifica la problemática, todo el mundo se puede imaginar quienes son, y dónde, y cuándo, y recordar algún caso que han visto y leído. Pero ningún nombre sobre la mesa, ningún riesgo para señalar protagonistas, culpables. Y, como siempre, muchas asociaciones policiales enfadadas porque si una serie no se parece a El Comisario o Los Hombres de Paco merece su reprobación. No les basta con recibir el apoyo del poder judicial.

En cuestiones técnicas es muy difícil criticar el trabajo de Sorogoyen e Isabel Peña. El ritmo es frenético, la tensión en varios momentos es tangible en las emociones de los espectadores y la madurez del guion es muy veraz. Atrapar el público no es fácil en un mundo saturado de plataformas y series. El reparto es el elemento clave de la producción: una elección excelente, unas interpretaciones impecables requeridas por el momento, la rigurosidad y la profesionalidad que precisa un relato tan delicado, añadiendo los toques brillantes de grandes actores, como Roberto Álamo, Hovik Keuchkerian, Raúl Arévalo y Vicky Luengo.

La contundencia de las imágenes chocará a muchos espectadores pero la realidad es aún más cruda. Sorogoyen definió el grupo de antidisturbios protagonistas como "una manada". Siguiendo su metáfora, nos pasamos los capítulos viendo como el grupo "de animales" se lame las heridas, lucha para defenderse de una serie de complicaciones ajenas a sí mismos que los lleva a una situación insostenible. Pero nunca vemos las heridas de la gente que recibe los golpes de porra, las actuaciones policiales, no conoce las injusticias por las que pasan tanto ellos como los agentes de policía. La rabia recorre todos los miembros de la serie Antidisturbios, desde los que van con armadura hasta los desahuciados, manifestantes, hooligans y los miembros de Asuntos Internos.

El guion de Peña y Sorogoyen está vacío de la realidad paralela que hemos vivido todos los ciudadanos durante los últimos tres, cinco, diez años en España. Sin embargo, ninguna de las escenas, tramas y vivencias de los personajes es mentira ni esconde una realidad real. El abanico de cretinos, profesionales y víctimas en un desahucio, una carga policial y una actuación están muy bien representados. Las vejaciones judiciales y administrativas contra los agentes, también. Los problemas psicológicos y la nula capacidad de autocontrol, de impecable rigor.

Antidisturbios no es la mejor serie del año. Es una serie magníficamente rodada e interpretada, una serie valiente que pone una primera piedra para seguir realizando ficciones espinosas sobre los cuerpos policiales. Pero ni mucho menos provoca los agravios que denuncian los sindicatos ni tampoco retrata de manera fidedigna los abusos policiales que cometen los antidisturbios, que tan bien ha aplaudido parte de la crítica que nunca ha pisado un desahucio, una carga policial o una manifestación que se descontrola.

Es una serie notable, vertiginosa y una referencia que hay que fiscalizar, no divinizar. Ponerse en la piel de los agentes antidisturbios es un ejercicio difícil pero necesario para forjarse una opinión poliédrica sin sectarismos. El problema radica en España: donde es el monopolio de la fuerza, donde radican las decisiones policiales, cuál es el perfil de muchos antidisturbios y por qué se obvian las palizas, los abusos y las actuaciones políticas como la del 1 de octubre. Mostrar los escudos, las heridas y las consecuencias está muy bien, pero preferiríamos que enseñaran los números de placa cuando le rompen los dientes a un manifestante, y el cuerpo sale blindado e impune. El público está preparado para afrontarlo sin paternalismos ni símiles.
VictorRodrigo
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