Mi segunda incursión en el cine del que muchos llaman maestro es esta “Broadway Danny Rose”, una comedia de marcado estilo Allen pero inferior a “Annie Hall” (mi bautismo con Woody) en muchos aspectos.

El genio neoyorkino nos cuenta la historia de Danny Rose (Woody Allen), un representante de artistas venidos a menos y fracasados con mucho interés en relanzarlos. Entre otros muchos, dedica especialmente su tiempo a un cantante italoamericano, Lou Canova (Nick Apollo), de gran éxito en su momento pero caído en el olvido con el tiempo. Su canción, “My bambina”, suena como tema principal del filme.

Woody Allen marca su estilo componiendo una colección de ingeniosos gags en un riguroso blanco y negro, donde la absurdez campa a sus anchas. Danny es nervioso, no se calla ni debajo del agua y asume riesgos que le cuestan casi la vida, pero su excesiva confianza hacia el ser humano (sea del tipo que sea) lo degrada a la condición de víctima. El mundo del espectáculo es cruel, competitivo, y los grandes corazones no tienen cabida; sólo triunfa la carencia de sentimientos.

El guión es de una simpleza mayúscula, basado en las vivencias de Allen con sus primeros pinitos en el mundo de la farándula. Es quizás esa simpleza la que hace que “Broadway Danny Rose” no acabe de despegar, pero es evidente que el filme tiene un calado del que sólo he podido vislumbrar un destello lejano. Quizás en un segundo visionado logre ver lo que la mayoría de la gente ha visto para que la cinta alcance una nota media tan abultada.

Mientras tanto, seguiré dándole más oportunidades al bueno de Woody.