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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
10
Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una obra sobre la camaradería y las relaciones humanas que retrata el día a día de unos prisioneros franceses en un campo de concentración alemán durante la Gran Guerra. Nada más llegar al campo, dos oficiales de la aviación francesa se enteran de que sus compañeros de barracón están excavando un túnel para escapar de allí. (FILMAFFINITY)
10 de abril de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo por ahí testimonios de cinéfilos decepcionados: para ellos 'La gran ilusión' no está a la altura de los mejores dramas carcelarios y tampoco de las mejores películas de fugas, opinión esta que yo suscribo, sin dejar de añadir que aquí Renoir no pretende hacer un drama carcelario ni una película de fugas, y quien no vea más allá de esas dos categorías que entrene un poco la mirada, porque madre mía lo que hay que leer...

En 'La gran ilusión' la fuga no es más que el pretexto mediante el que hilar un relato pacifista, de motivos internacionalistas (aun a sabiendas de que si algo destruyó la 1ª G.M. fue la voluntad internacionalista); un relato en el que Renoir se pregunta por la posibilidad de acercar a las gentes de distintas naciones ('las fronteras no se ven, son inventos de los hombres', dice el judío hacia el final), superando incluso las dificultades que las guerras imponen a este respecto; un relato que aborda además las diferencias de clase, aspecto complejo a la hora de hermanar a 'los pueblos' y que otros cineastas habrían ignorado de principio a fin (Frank Capra, sin ir más lejos).

Renoir nos presenta a dos personajes vestidos de aristocracia y entre los que media una relación de plena camaradería, y a Boeldieu le incomoda no poder extender dicha relación a sus dos compatriotas, y cuando saca el tema ante von Rauffenstein, éste le responde que no todos comparten los triunfos de la Revolución francesa en materia de igualdad; y con un acierto que pocos films exhiben, Renoir hace un retrato no solo de los muros nacionales, también de los muros de clase. Lo hace en 1937, construyendo un guión que da un millón de vueltas -en cuanto a la inclusión de conceptos clave de la historia contemporánea- a los guiones que por aquel entonces paría la industria cinematográfica a derecha e izquierda del viejo continente.

Solo hay que prestar un poco de atención, a los diálogos y a los detalles que Renoir nos regala en infinidad de planos, véase el del párroco que lleva la cruz cristiana en el cuello y la cruz del Reich en el pecho, o el de los ingleses que, al cambiar de campo, portan sus respectivas raquetas de tenis (Renoir parodiando el estereotipo), o las fotografías y dibujos que decoran las diversas habitaciones de la película (contenido variadísimo: mujeres cachondas, caballos, perros, la Venus, un ecce homo...),

... y los travellings,

... y los silencios,

... y la sensación de unidad que aporta el decorado (Dalio comunica a Gabin que se van definitivamente de la casa de la madre alemana no mediante un corte, sino abriendo la ventana).

Joya.
Telefunken
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