Hombre mirando al sudeste

Cada vez tengo más claro que el cine no merece el calificativo de ARTE, aunque es cierto que se construye con el permiso y fagocitación de otras bienllamadas artes. Es cierto también que hay trabajos cinematográficos sublimes, pero yo al término ARTE le presupongo un valor que no encuentro en el interesadamente denominado "séptimo arte".

Cuando me encuentro con películas como la que nos ocupa, siento el valor del cine. Me doy cuenta de su aporte, de la proyección que alcanza, de los sentimientos tan maravillosos que nos puede evocar. Sin duda las producciones cinematográficas pueden llegar a ser trabajos de una valía considerable... aunque no alcancen la trascendencia a la que sí llegan obras de otras disciplinas.

"Hombre mirando al sudeste". Hombre que se sale de los parámetros establecidos socialmente (en realidad establecidos por no se sabe quién). Hombre que viene a aprender, viene desnudo. Hombre no sobornable, no corruptible, no adoctrinable.

El doctor (Lorenzo Quinteros). El doctor es hoy día la autoridad. Incuestionable. Socialmente son alto rango. La bata blanca y el título de experto: Hay que arrodillarse. Ante la especialidad, no cuestiones, agacha la cabeza...sea psiquiatría, psicología, ... todo son patologías.

El problema del doctor es simplemente que no quiere ver, no le conviene. ¿Qué hay que ver? ¿a un extraterrestre? No, no es eso. O ves o no ves.

Hoy nadie discute a la medicina oficial, de la especialidad que sea. Mira cómo entran los pacientes en las consultas de los médicos, con qué cara de sumisión. Hoy nadie discute el modo de vida, el modo de relacionarse, el modo de pensar, de los llamados seres humanos. Hoy nadie discute la versión oficial.

¿Se ha parado alguien a pensar que las ciencias de la mente son ciencias que recién han nacido, son de hace dos días, y parece que fueran infalibles? El doctor protagonista es sincero, ya lo dice al principio, esas técnicas no sirven para nada. O para salvar 1 entre 1.500 como se dice. Pero...¿qué han hecho con los otros 1.499?

Jajajaja, se van a reír... a veces se me ocurren cosas rocambolescas... pensaba en un paralelismo de lo que cuenta la película con lo que estamos viviendo hoy día, con la pandemia... imaginemos que los que no comulgan con las decisiones de los gobiernos son los "extraterrestres" y los que sí son los que hacen lo que se les dice, sean médicos, policías o ciudadanos normales, lo que sea...nadie discute las decisiones médicas, si lo haces estás loco o eres un antivacunas que es lo mismo... todo el mundo obedece, según su rango, sin rechistar, no se te ocurra pensar que las cosas se pueden ver de otra manera... los locos son un peligro, se salen del camino trazado por los de arriba... jajajajaja ¡qué cosas se me ocurren! ¡no me hagan caso!

No creo que el cine sea séptimo arte, pero "Hombre mirando al sudeste" es muy grande. Un 8,6.

Esta película es alucinante.
No eres el mismo luego de ver la película. Y caes profunda y suavemente en un enamoramiento tan sutil y doloroso. Puedes sentir la música, el dolor, la injusticia y el amor.

Sin duda, ver esta película te cambiará la perspectiva de ver las cosas.

Una estrategia muy creativa para representar la estupidez y el conformismo social en forma de película. Excelente.

Enésima película de argentinos con psquiatra incluido.

Hace un tiempo vi "K-Pax", remake-plagio de este film. Pues bien, la original cuenta lo mismo pero con una fotografía hecha con una Polaroid, y la acostumbrada y migrañante cháchara de esa maravillosa tierra argenta.

El guión está lleno de pelotudeces. Vamos, es pura filosofía barata y zapatos de goma (parafraseando a Charly Gracía).

Y parafraseando a otro Txarly, el título de la peli más adecuado sería "Hombre mirando a Cuenca". Cuiden su orto. Verla es tan recomendable como relacionarse con una mantis religiosa.

Lamentablemente, una película argentina más del "cine argentino": Los diálogos son muy acartonados, en todo momento parece que los actores no hablan, sino que leen el guión. Hay escenas que no tienen explicación (el cambio de zapatos), como si dejar siempre las cosas libradas a la imaginación del espectador fuera algo loable (no se quién les metió esa idea a los cineastas argentinos). El realismo y los planos fijos por momentos también exasperan.
Una película muy sobrevalorada, a la que le otorgo 5 puntos porque por lo menos no tiene connotaciones políticas, solo filosóficas, algo que escapa a la media.
Todo esto sería algo sin importancia sino fuera porque la película fue realizada con el aporte del Instituto Nacional de Cine, cuyo dinero proviene de una parte de las entradas de cine de todas las películas que se encuentran en cartel. Como las películas mas taquilleras no son precisamente las que realizan los directores argentinos (sino las películas que ellos difaman), nos encontramos ante una gran paradoja: Los bodrios argentinos (de poco éxito afortunadamente) son bancados por películas extranjeras muy taquilleras (y que los cineastas argentinos critican).