Black Mirror: Arkangel (TV)

El cápitulo es una crítica hacia el sobreproteccionismo que lleva experimentando la humanidad a medida que pasan los años. ¿Es necesario para desarrollarse como ser humano aprender de las malas experiencias? ¿O se trata de un atraso evolutivo y por consecuente la solución es aislarse en una burbuja donde el miedo y la tristeza no tengan cabida?.

Una madre sufre un momento de shock al creer que había perdido a su hija jugando en el parque, en ese instante decide implantarla un dispositivo con el que mantenerla geolocalizada, sin embargo el aparato contiene más opciones, como por ejemplo mostrar por pantalla lo que está viendo en tiempo real y alterar su percepción visual para bloquear imágenes inadeacuadas.

Al fin y al cabo ¿es por su propio bien no?.

Su trama es más sencilla que otras entregas, pero es el poso que deja el que engrandece el conjunto. Muestra los peligros de la sobreprotección, alimentando argumentos en contra y a favor. Así como una mirada a la herramientas de vigilancia y supervisión que no me extrañaría nada que llegasen en muy poco tiempo. Es una historia que golpea "en casa", en el lado privado de las personas y la familia. En cuestionarse si se puede pixelar algo toda la vida, o en cuando decidir levantar la veda. En preguntarse si la confianza con tus seres queridos es mutua o si tu propia sangre te decepcionará tanto que querrás cortar por lo sano. Todo ello enmarcado en una sociedad actual ambigüa y llena de amenazas. Puro "Black Mirror".

Con una magnifica dirección de Jodie Foster y excelentes trabajos de interpretación de los protagonistas, "Arkangel" es otra reflexión perversa de Charlie Brooker, esta vez sobre los límites del control parental y si, en la mente de los padres, este control se acaba en algún momento.

Mensaje perverso por cuanto la herramienta Arkangel, que parece ser útil en la infancia, puede ser un problema en la adolescencia, por todo lo que conlleva esta fase: la curiosidad por todo, la exploración del sexo, de las relaciones personales, las malas compañias, de nuevas experiencias, algunas muy discutibles e innecesarias. Pero Brooker lo lleva al extremo quasi paródico (ver spoiler) y algunos personajes- el chico- parecerían salidos directamente de una película de Esteso y Pajares sin no fuese por lo trágico que conlleva.

Brooker parece ensalzar la libertad individual para cometer todos aquellos errores de los que la madre pretende proteger a su hija. No hay, por tanto, buenos y malos en este episodio, y sí gente que desconoce cual es el límite, tanto para la privacidad del otro, como para la seguridad de uno mismo. No obstante, el planteamiento de Brooker me parece inquietante ya que parece tomar partido por la hija adolescente de 15 años.

Episodio de fuerte impacto personal que tiene su origen, como casi todos los demás, en una brillante idea argumental, sólida y convincente.
El desarrollo, sin embargo, adolece de ciertas carencias relacionadas con la urgencia de exponer la trama pero, al mismo tiempo, ofrece aportaciones valiosas y rasgos de un ingenio narrativo sutil y muy eficaz.
El plan expositivo surge con naturalidad y parece que el relato fluye sin obstáculos para que, por encima de todo, el mensaje llegue claro a su destino y quede prendido con firmeza en el ánimo del espectador.
De eso se trataba.

El capítulo nos muestra un caso típico de una madre sobreprotectora que ayudada por un implante en el cerebro de su hija trata de controlar su vida. Ella siempre quiere lo mejor para ella: ahorrarle todos los peligros, los sufrimientos, lo malo de la vida..., pero como siempre ocurre en estos casos, consigue lo diametralmente opuesto.

Es uno de mis capítulos preferidos porque ejemplifica muy bien la crisis de un niña y adolescente por los efectos de una educación castrante, limitadora, controladora..., la total pérdida de la intimidad... Para mí es uno de los capítulos de Black Mirror que mejor reflejan una realidad de nuestros días: la de los padres hiperprotectores y sus nefastas consecuencias para los hijos y para ellos mismos; como siempre todo ello traído desde el punto de vista de la tecnología, que en este caso simplemente es una aplicación de un ipad desde el cual se accede a la ubicación, visión, constantes vitales... de la hija. Tan sencillo como eso. Y eso para mí es algo que hace muy atractivo este capítulo, pues no nos habla de futuros lejanos o realidades inconcebibles a día de hoy para nosotros, al revés, en todo momento sentí que estaba en este mismo año y que esta tecnología era simplemente una excusa para transmitirnos a este mundo de los conflictos entre padres e hijos y los conflictos emocionales con uno mismo. Creo que es uno de los capítulos más pedagógicos de Black Mirror, por eso tiene tanto valor y por eso le pongo un 10.